Estas notas tienen el propósito de convertirse en un dramático llamado a la acción para concretar el cambio radical, definitivo y profundo que Venezuela necesita en esta hora incierta. Existe incertidumbre en cuanto a la ruta a seguir, a los protagonistas y a los tiempos en que podría alcanzarse la victoria.
De no despejarse será difícil lograr la confianza plena de una nación cansada de esperar y frustrada por el fracaso de muchos que recibieron su confianza para gobernar y hasta para dirigir a la oposición.
Hay asuntos que ya están fuera de toda discusión. No existe un ordenamiento jurídico sabio y estable que regule la vida ciudadana y sus relaciones con el estado-gobierno. La Constitución ha sido violada de tal manera que perdió su razón de ser, igual que algunos principios fundamentales como la autonomía y separación de las distintas ramas del poder público. Existe un creciente enfrentamiento entre ellas.
Parece agravarse progresivamente gracias a la idea fija del colombiano cubanoide de no perder el poder, de proteger a los suyos, a su entorno íntimo, de lo que podría sucederles en caso de un cambio de rumbo en la conducción de la vida nacional.
Son inaceptables los escándalos diarios que nos afectan a todos. Las redes del narcotráfico, macro y micro, siguen ocupando la atención de un país perplejo ante la complicidad de muchos de quienes lo dirigen, tanto militares como civiles. La impunidad frente a tanta corrupción denunciada y probada, es la mayor prueba de cuanto estamos diciendo.
Es necesario destacar que la verdadera naturaleza del problema venezolano no es electoral sino existencial.
Lo hemos dicho infinidad de veces, sin demasiado éxito. En medio de una crisis de la magnitud de la que vivimos, ya empiezan, de nuevo, a moverse los intereses electorales con miras a las elecciones de gobernadores y de diputados a los consejos legislativos regionales a celebrarse este año. Sucede en la oposición, en los partidos que integran la MUD y también en el PSUV y los grupúsculos que lo acompañan en actitud creciente de crítica y reclamo.
Lo electoral es importante, pero no es lo único y ni siquiera lo más importante en una situación como ésta.
Trabajamos por el cambio total. Sólo se logrará con una mezcla activa de cabeza, corazón y coraje, poniendo sobre el terreno todo lo que podemos dar, arriesgando hasta la vida hasta poner punto final a esta tiranía que no ha aprendido ni de las lecciones últimas de los Castro.