El territorio venezolano está viviendo una intensa sequía acompañada de climas variables conforme a su relieve. Todo esto permite para unos oportunidades y para otros descalabros y vicisitudes, que pueden ir más allá de la pérdida y la derrota de su vida.
Como hoy está de moda hablar de guerra para tratar cualquier circunstancia adversa, quiere decir que todos los venezolanos residentes en el territorio nacional debemos pensar que tenemos enemigos reales o potenciales y como tal prepararnos para tratar a ese enemigo.
Esta suposición es ilógica. El refrán dice “al enemigo ni agua”, es decir, restringir el derecho a la vida y el derecho a la libertad. Hoy nuestro enemigo es la escasez de alimentos, tendríamos entonces que acabar con los productores agrícolas y pecuarios; nuestro enemigo es la falta del servicio eléctrico, tendríamos que culpar a todo aquello que pueda generar electricidad; nuestro enemigo es la falta de agua y como tal deberíamos acabar con la poca agua que queda y es aquí la ilógica forma de hablar y transmitir mensajes negativos a la población.
En un país donde no existen guerras ni enemigos es lógico pensar que en toda la población haya diferencias de credo, raza, nacionalidad, profesiones, trabajo y riquezas; de ser así tendremos la oportunidad de garantizarnos el derecho a la vida, a la libertad y, como tal, el derecho al progreso.
Al informarme que de mi país ha salido una cantidad considerable de venezolanos profesionales a trabajar en otros lares, lo siento en lo más profundo de mi ser y casi tengo que reconocer que han sido tratados como enemigos, porque en una inmensa mayoría han visto que aún teniendo poca competencia la organización social les quita o les restringe una gran cantidad de oportunidades para su desarrollo personal y familiar en el presente y el futuro.
En estas reflexiones para resumir la historia, el enemigo del socialismo era el latifundio versus conuco. Hoy podríamos decir que el enemigo del conuquero tendría que ser el conuco-balcón, el conuco-jardín y el conuco-cerebro. No puedo considerar enemigo el fenómeno de El Niño. Tengo que entender que para contrarrestar los efectos de la naturaleza se tiene que desarrollar a través de estudios y planificación el conuco-cerebro. Si con la Reforma Agraria se dio propiedad y desarrollo en determinado momento al campo venezolano, ¿por qué hoy no se le tiene que reconocer su trabajo?
El pueblo venezolano es por naturaleza trabajador, ¿por qué no se le deja trabajar planificadamente y producir, si nuestras tierras fértiles están ociosas?, ¿por qué tenemos que llevar ese trabajo a las áreas urbanas, donde podrá en un determinado momento producir sólo para la faramallería y un mínimo de subsistencia?
En la Red de Instituciones Larenses siempre se insistirá en aquello de: “zapatero a su zapato” o lo más parecido que es “lo que es del cura va para la iglesia”; que nuestras industrias se dediquen y sean apoyadas para la producción industrial, que nuestros productores agrícolas y pecuarios sean apoyados y protegidos para que se dediquen a producir el alimento de los venezolanos y que nuestros gobernantes si quieren pasar a la historia como buenos, tienen que dejar trabajar para que a todos se le garantice la satisfacción de sus necesidades sociales.
Unidos todos por la Paz, la Convivencia, el Respeto y la prosperidad de nuestro país.