La Academia de Historia del Zulia promueve llevar al Panteón del Zulia los restos del ilustre historiador zuliano Juan Besson. Si como se dice la historia es “testigo de los tiempos y la antorcha de la verdad”, nadie que se precie de conocer al Zulia podrá proclamarlo si no ha leído la Historia del Zulia de Juan Besson, que en una primera edición imprimió la Editorial de los Hermanos Belloso Rossell en 1943 y en una segunda edición lo hizo el Banco Hipotecario del Zulia en 1973.
Escritor, historiador, ensayista, periodista, orador, político, parlamentario, diplomático, promotor deportivo, comerciante nació en Maracaibo el 9 de enero de 1881 y murió en Caracas el 13 de diciembre de 1951. Es de los pocos zulianos Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de la Historia, de la Academia de la Historia de Cuba, de la Academia Antioqueña de la Historia y de la Academia de la Historia Internacional de París.
En la monumental obra “Diccionario General del Zulia” de los autores Luis Guillermo Hernández y Jesús Semprun Parra hay una extraordinaria semblanza de este excepcional hombre de letras que pudo derrotar un sinnúmero de obstáculos para poder realizar la primera Historia del Zulia en tres volúmenes. Con anterioridad se habían escrito apuntaciones, referencias, pero el pionero de esta gran investigación fue este zuliano de excepción. Existen las Historias del Zulia, de Pedro Guzmán, de Antonio Gómez Espinoza y del Padre Gustavo Ocando Yamarte.
De los distintos géneros del saber y actividades en las que incursionó, hay una de particular importancia ya que fue un entusiasta deportista. Fue fundador del béisbol, el futbol, el tenis y el ciclismo en el Zulia en el año de 1896. Ello le valió que en el Centenario de la Batalla de Ayacucho en 1924 fuera condecorado con la Medalla de los Juegos Olímpicos de esa efeméride.
Creía en el Zulia como un Estado de vanguardia, en sus escritos lo interpreta como una nación dentro de la nación venezolana. A donde debían ir sus restos es al Panteón Nacional, pero como ese sagrado templo del gentilicio nacional, ha sido desde 1988 cerrado para los zulianos, bien es que descanse para la posteridad en el Panteón del Zulia, que los Doctores Guillermo Lugo Sarcos, Alfredo Rincón, el Padre Gustavo Ocando Yamarte y mi persona Julio Portillo Fuenmayor, ayudamos a crear como un reto a la mala voluntad con que el Zulia ha sido tratado siempre por el Poder Central.