Reflexión – El ladrón bueno

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Aún cercano el ambiente de la Semana Santa, que de santa no tiene nada, como lo dijimos en la entrega anterior, es propicia la ocasión para reflexionar sobre un hecho sucedido en la cruz del calvario cuando la jerarquía religiosa de entonces movió la mano cruel del verdugo romano para asesinar al Mesías. Y es que las tradiciones, en medio de la cristiandad mundial, nos traen otro concepto que vale la pena considerarlo para nuestro beneficio espiritual. A pesar que no encuadra con nuestras convicciones puede enseñarnos mucho. Y es el criterio de decir que en la cruz del calvario cuando crucificaron a nuestro Señor Jesucristo había un ladrón bueno. Ese concepto, en nuestra opinión, está fuera de la realidad. Por cuanto no hay delitos buenos. Los delitos son en esencia malos y quienes los cometen son malos también. De hecho, los romanos eran cuidadosos de aplicar la pena de muerte a quienes eran verdaderamente culpables. Por ello, ninguno de los dos ladrones que estaban con Jesús en el monte calvario era bueno.

Fueron dos personajes convictos y confesos. Muy distinto a Jesús, quien fue acusado por la misma gente de su religión. Por la jerarquía religiosa. Quienes armaron toda una trampa de mentiras, con testigos falsos, para lograr que el brazo ejecutor de Roma crucificara al Señor. Evidentemente la clase dirigencial de la religión judía son los autores intelectuales de la muerte de Jesús. Lo que realmente sucedió con este ladrón, es que dejó que su mente, sus pensamientos y su corazón, en el último momento, el poder del Espíritu Santo lo convenciera de pecado y se arrepintió de corazón por lo cual será salvo por la eternidad.

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Y Jesús, que era, y es, el mismo Dios encarnado en el Unigénito, supo claramente de su entrega absoluta a él como Redentor y Salvador. “¡Qué fe tenía aquel ladrón que estaba por morir en la cruz! Aceptó a Cristo cuando en apariencia era totalmente imposible que fuera el Hijo de Dios, el Redentor del mundo: En la oración del pobre ladrón se escuchaba una nota diferente de la que estaba resonando por todas partes; era una nota de fe que llegó hasta Cristo. La fe del condenado era dulce música para los oídos de Jesús.

Escuchó la alegre nota de la redención y la salvación en medio de su agonía. Dios fue glorificado en su Hijo y por medio de él” Manuscrito 84ª, del 15 de agosto de 1897. Elena de White.

Entonces, ese ladrón no era bueno, por cuanto robar es malo. Además, el mandamiento de Dios es muy claro “No robarás” Ex.20:15. Pero se arrepintió de corazón, acudió a su Salvador y en medio de la angustia que le causaba haberle faltado a la sociedad, al hombre y a Dios pidió perdón y Jesús lo perdonó. Además, le aseguró su Salvación, el cielo y la vida eterna. ¿Cómo les perece? Es lo mismo que ha sucedido con millones de personas en el mundo a través de la historia. Quienes andábamos perdidos y alejados de Dios haciendo cosas indebidas y dejamos que EL entrara en nuestras vidas, por lo cual, cambió nuestro destino. Hoy, el llamado es el mismo. “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo. Apoc.3:20. ¿Lo harás?. ¡Hasta el próximo martes Dios mediante.

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