Cuando la esposa de Armando José García Ramos llegó al Hospital Central Antonio María Pineda, angustiada por saber lo que le había pasado, los funcionarios le notificaron que el joven de 26 años de edad estaba en preparación para entrar a pabellón.
Tenía tres heridas por arma de fuego, una de ellas en la cabeza. A Armando le dispararon cuando estaba en su sitio de trabajo, en la carrera 24 entre calles 35 y 36, en un taller de reparación de puertas de automóviles.
Dos hombres en una moto roja se aproximaron a él, contaron los vecinos que le pidieron las llaves de su moto Horse negra, era la tercera vez que sería víctima de la delincuencia, y esta vez, Armando se opuso.
Los antisociales dispararon, tres o cuatro veces, los vecinos no están muy claros. El joven quedó sentado en la acera, se tocaba la cabeza: “no me dejen morir” fue lo primero que le dijo “Coco” a Elba Mendoza, una de las vecinas que lo auxilió. Segundos después manifestó, con gran esfuerzo: “llamen a mi esposa”.
El muchacho pasó al menos 15 minutos en el lugar a la espera de una ambulancia, los conductores pasaban de largo sin inmutarse ante el sufrimiento del joven.
Alexander Camejo, el vecino del frente, relató que pidió auxilio a un señor que tenía una camioneta estacionada en el lugar y éste se negó.
Algunas personas se atravesaron en la calle y pidieron auxilio al conductor de una camioneta, lo subieron y cuando iban por la avenida Venezuela con 33, lo pasaron a una unidad del servicio de Ambulancia 24 para culminar el traslado hacia el centro de salud.
La cirugía no se llevó a cabo, poco tiempo después de su ingreso, la esposa recibió lo que de seguro ha sido la peor noticia de su vida. Armando estaba muerto.
La dama se tiró al suelo, gritó de dolor, ¿qué voy a hacer ahora? se preguntaba, la esposa hablaba sobre lo difícil que iba a ser afrontar la pérdida para ella y para su niña. Renegaba una y otra vez, ¡Todo es culpa de esa bendita moto!
Se supo que las dos primeras veces que se la robaron, pagó a los antisociales por recuperarla, la última vez fue los primeros días de enero por esa misma zona.
Desde hace dos años Armando García trabajaba en ese lugar, su jornada comenzaba a las 7:30 de la mañana, junto a sus compañeros se sentaba en la acera a la espera de los clientes, ayer estaba solo.
Nadie emitió un comentario negativo sobre él, siempre se mostró colaborador y tranquilo, se lamentaban por lo sucedido, manifestaron que si hubiese sido trasladado antes, quizás estaría vivo.
“Coco” residía en los edificios de Macías Mujica, una gran cantidad de motorizados y vecinos estuvieron ayer en la morgue acompañando a los familiares en su dolor.
La víctima presenta expedientes en el Tribunal Supremo de Justicia del año 2009 por robo agravado de vehículo, estuvo detenido dos años y seis meses y luego le fue decretada la extinción de la responsabilidad criminal.
