Al hacer una reseña sobre el presidente golpista tenemos que remontarnos a lo confesado por el susodicho, a saber, que el golpe de Estado del 4F se estuvo planificando por espacio de 10 años, desde 1982.
Al referirme a este hecho pasado y analizar su gestión como presidente constitucional, gracias al estado y espíritu democrático que imperaba en esos años, me viene a la mente que el personaje de marras concibió el país como un botín, del que había que adueñarse, gobernarlo y usufructuarlo a su antojo.
Si partimos del enunciado que el Larousse da del botín: “Conjunto de bienes que el ejército vencedor toma del enemigo vencido”, son muchas las semejanzas de esa gestión desdichada con la descripción del término. Sus herederos y quien ejerce de mandatario pretenden seguir la misma estela, y a los hechos me remito.
La empresa Polar es un ícono de progreso, a la que todos los sectores sociales reconocen como la organización económica que con mayor eficiencia y productividad proporciona alimentos a los venezolanos, además de algunos otros rubros de la cesta básica familiar. Polar es el grupo empresarial emblemático de prosperidad, productividad, excelencia y calidad de sus productos en el país; de allí que haya sido desde los tiempos del difunto golpista, blanco de ataques desconsiderados, amenazantes y gratuitos, e igualmente su presidente Lorenzo Mendoza, quien es objeto de públicos insultos de parte de Maduro, quien lo más pequeño que le dice es “ladrón”, característica de su estilo soez e insolente, que ya había plasmado (junio 2015) al comentar el comportamiento poco cívico y cortés del primer mandatario.
En otro artículo titulado “La respuesta de un demócrata” (EL IMPULSO 2-7-13), me referí a “la actitud ciudadana y democrática del joven Mendoza, en respuesta a la falsedad y difamación del que había sido objeto por parte de Maduro, al escogerlo como símbolo de los productores venezolanos y endilgarle las causas del desabastecimiento en el país; debió sentarse con él y “cara a cara” conversar, a lo que el régimen se había negado por no contrariar su discurso antioligárquico y capitalista”; es decir, ha sido la Polar el centro de la visión totalitaria y dictatorial del régimen, la ve como el trofeo a obtener.
Maduro tiene entre ceja y ceja al “Oso” como su “Vellocino de Oro” de la mitología griega, y emulando a Jasón actúa con codicia tras la Polar, como premio y blasón, y así conseguir aferrarse al poder, restaurarlo, darle legitimidad y conservar el cetro que posee. Al final, aspiramos a que ese sueño o fábula mitológica sea solo eso, y un deseo malsano frustrado, que no contribuye en nada al equilibrio económico, político, social y laboral que requerimos los venezolanos, en esta hora en que la crisis se acentúa y agrava por las medidas y decisiones tomadas, las cuales son más de lo mismo.