La Iglesia Católica celebró este sábado la Vigilia Pascual, la eucaristía más importante del año, la cual recuerda la resurrección de Jesús, quien venció a la muerte.
Los templos permanecieron cerrados y a oscuras hasta pasadas las 6:00 de la tarde, hora en la que los creyentes se comenzaron a reunir fuera de las iglesias en señal de recogimiento.
Los sacerdotes de la parroquia San José iniciaron el tercer día del Triduo Pascual con el encendido del Cirio Pascual, vela que se consagra y enciende en esta noche santa.
De esa manera se produjo la bendición del fuego, como sinónimo de luz y vida en medio de la oscuridad y las tinieblas que momentáneamente cubrieron al hijo de Dios cuando fue crucificado.
Al tiempo, los feligreses encendían sus velas blancas y moradas.
Luego entraron al templo que aún permanecía a oscuras.
“Las velas encendidas simbolizan que Cristo vive. Resucitó, venció las tinieblas del pecado y de la muerte, exclamó el padre Nermis Bolaños, quien presidió la homilía.
Esta noche santa Jesús nos salva de la oscuridad y del mal, regresó victorioso agregó el cura.
Durante la misa de resurrección el hombre se regocija con su Dios, se reencuentra, renueva y reaviva su compromiso y fe en Cristo.
A las 6:45 p.m. las luces se encendieron y la Palabra de Dios se hizo presente. Las lecturas que hablan de la historia de la humanidad y de la salvación se hicieron eco en las voces de la Pastoral Litúrgica y el Ministerio de Música, igualmente, en las voces de los sacerdotes.
La eucaristía contempló cinco lecturas y en medio de ellas, oraciones y salmos.
La Palabra de Dios se hizo presente a través de la Lectura del Libro del Génesis, Lectura del Libro del Éxodo, Lectura del Libro del Profeta Isaías, Lectura del Libro de Ezequiel y la Lectura de San Pablo a los romanos. También se escuchó la Epístola de San Pablo, el Gloria y el Aleluya.
Seguidamente, el incienso perfumó la casa de Dios. Así se oyó el Evangelio de según San Lucas en la voz del párroco José Pascual.
Cristo vive, ha resucitado
Nuestra fe es testimonio de Jesús resucitado, nuestra vocación cristiana proclama la vida de Jesús en cada uno de nosotros, expresó el padre Bolaños.
Si no creemos en la resurrección de Cristo no estamos haciendo nada para manifestar la fe.
“La fiesta de hoy nos invita a ser testigos de la vida, de la prédica del hijo de Dios. Está vacío el sepulcro de nuestros corazones, no podemos predicar la palabra de Dios por ese vacío. Tenemos que entender que el Dios de la vida está con nosotros a pesar de todo aquello que nos golpea como sociedad”.
Todavía hay cosas buenas. Hay expresiones generosas, gente que hace el bien.
“Hay que llenar el vaso y no ausentarse de Dios y abandonarse al pecado. La resurrección es la vida frente a la muerte, un don que nos libera del pecado, la muerte y el demonio”.
Las personas, dijo, no pueden quedarse en el pasado, repetir y repetir siempre lo mismo, sin avanzar sufriendo por sufrir.
El problema está en nosotros. Nos cerramos a la vida que Dios nos ofrece, nos sentimos autosuficientes y no permitimos que Dios nos ayude, no nos dejamos amar por Dios. ¿Dónde está nuestra fe? se preguntó.
Cristo se dejó ayudar. Las personas tienen que dejarse ayudar.
Al finalizar el sermón se realizó la bendición del agua. En ese momento el pueblo católico renovó las promesas del bautismo.
Vivas, aplausos y vítores colmaron el recinto como prueba de Jesús vivo.
Las plegarias, la consagración, el Padre Nuestro, el abrazo de la paz vinieron después en los conmovidos fieles.
Los sacerdotes oraron por la paz de Venezuela y la reconciliación de todos los hermanos venezolanos, quines sufren las consecuencias de una innegable crisis económica y de inseguridad. “Hermanos no podemos perder la fe”, fue la invitación que hizo el padre.