Todos somos El Carabobeño
Estimado Aristóbulo ante todo debo felicitarte porque tu carrera política en esta revolución ha sido bien exitosa, sobre todo tomando en cuenta aquella célebre frase que le espetaste al comandante supremo y eterno de que se había fumado una lumpia. Para un maestro de escuela, como a ti te gusta presentarte (aunque nadie sabe en qué escuela y por cuanto tiempo dictaste clases), llegar a ser vicepresidente de la república es un logro único. Y creo que lo estás haciendo bien, o sea que te la estas comiendo. Si bien es cierto que para opacar a tu jefe no hay que hacer mucho esfuerzo, has asumido tu cargo con mucha responsabilidad y entusiasmo. El propio Henry Ramos, el hombre fuerte de la oposición, te floreó cuando te designaron. Te has echado en los hombros estos nuevos motores de la revolución, fundidos desde el arranque, pero ese es otro tema. La verdad, y discúlpame mi ignorancia, no sé en cual partido político militas en estos momentos, pero en todo caso tú eres de los tipos que no necesita partido, los partidos te necesitan a ti. Es decir que eres muy útil al punto que usando la jerga beisbolista eres el mejor bateador designado.
Tu intervención en la Asamblea Nacional para explicar lo de la prórroga del decreto de emergencia económica te dio un carácter presidenciable, no por el fondo de la defensa que todos sabemos y tú en especial, que eso no es defendible y que en la Escuela Normal donde supongo te graduaste esas clase de economía no las daban. En estos tres años de mandato tu jefe ha tenido 18 meses de habilitante y 2 más de emergencia y las cosas no solo siguen mal sino que van peor. El today lo tiene loco de bola. Me refiero es a tus posturas de gran jefe, recibido por una comisión de diputados y acompañado por algunos ministros. Algunos mamadores de gallo, amigos tuyos, te veían catirón. Tuviste escena, hablaste como economista de Harvard, pero en español oriental, claro se te pegó en el tiempo que gobernaste Anzoátegui. Tu bancada, la de tu jefe, te aplaudía a rabiar, bueno ninguno de ellos sabe papa del tema. Lástima que para no ser redonda la faena en la bancada democrática estaba un José Guerra y algunos otros que parece que si sabían del tema, pero eso es lo de menos. Tú bien sabes que en esos escenarios se habla para el gallinero. Al final saliste por la puerta grande como el Diamante Negro. Para los jóvenes y no taurinos, el Diamante Negro era un muy buen torero que hacía tremendas faenas pero perdía las orejas por no matar muy bien.
Pero ten cuidado, tu bien sabes que en política no hay lealtades eternas. Fíjate que ni Diosdado ni Jaua fueron a oírte. A lo mejor es que estaban muy ocupados en otras tareas revolucionarias, pero por si acaso no te descuides. Según dicen Henry, Capriles y Leopoldo, los días de tu jefe están contados y tú eres, como ya dijimos, el bateador designado. Y eso da mucho escozor a algunos. No por lo de negro, que ya en el Imperio mesmo tenemos uno, sino por el poder y las posibilidades de salir definitivamente de abajo que da ese cargo así sea por unos pocos días, aunque para ti sería por el poder mismo, ya que según algunas lenguas largas, de abajo saliste hace tiempo. Suerte negro.