Con esta frase concluimos nuestra intervención en el foro que alrededor del tema organizó el Programa de Licenciatura en Desarrollo Humano, del Decanato Experimental de Humanidades y Artes, de nuestra universidad. Se dio inicio, a su vez, a lo que hemos denominado el año jubilar debido a que estamos ya próximos a cumplir una década de haber sido fundada esta experiencia, si se quiere, novedosa en la formación de este tipo de profesionales, acorde con el nuevo paradigma del Desarrollo Humano Sustentable.
Impresionante, por decir lo menos, la exposición del invitado internacional, el profesor Sergio Sanatamaría, acerca del problema de la violencia en México. Muy bien documentada desde la perspectiva psicológica y los datos que maneja sobre la base de la experiencia acumulada desde su vinculación con instancias gubernamentales en el área de la criminalística y sus propias investigaciones, como docente universitario. Espeluznante, para agregar otro calificativo a la categoría de violencia de tipo delictiva que se instaló en el país azteca y que el colega fue detallando a través del modus operandi bajo el cual se ha configurando toda una red que se consolida alrededor del narcotráfico y sus propios vínculos con el gobierno, a todos los niveles. Si alguna vez aludimos a la clasificación y certificación, en materia de realpolitik, de un narcoestado, en esta oportunidad, así lo confirmamos, desde la versión del compatriota latinoamericano.
En el marco de la extensión universitaria, tema donde se desempeña como investigador con una línea de trabajo que lo vincula con el servicio comunitario, el profesor Eduardo Campechano nos expuso su visión a través de una experiencia concreta asociada al sector de la Tercera Edad, específicamente la Casa Hogar, ubicada en la calle 48, de la Comunidad San Vicente, de nuestra ciudad. Una organización creada con la finalidad de atender las carencias y la vulnerabilidad a las cuales se ven sometidas las personas objeto de exclusión social. Se pone de manifiesto en este caso, como en la mayoría de este tipo de organizaciones del denominado Tercer Sector u organizaciones de la sociedad civil, el trabajo voluntario es fundamental, además del cultivo que se hace y procura de los valores de solidaridad, cooperación, equidad y beneficio social, en la gestión de las mismas y la generación de capacidades individuales y colectivas que trasciendan a su entorno interno, para poder mantenerse en el tiempo, es decir, lograr sustentabilidad o sostenibilidad.
De nuestra parte, planteamos la vinculación entre la vulnerabilidad como categoría asociada a la pobreza y que enriquece las nociones propias del análisis del Desarrollo Humano, a partir de la Filosofía de la Sustentabilidad, en una perspectiva que abarca desde el planeta, en tanto macrocosmos, hasta el mundo subatómico, como lo demostró Albert Einstein. La vulnerabilidad no toca, como antes, problemas de riesgo ambiental, por causas naturales; ahora se generan problemas sociales por causas de equivocadas políticas económicas. Ocurren los sismos, en serie histórica y no se toman las previsiones. Se suceden las cíclicas crisis derivadas de la volatilidad del precio del petróleo y entramos en shock. Sin convertirlo en dogma de fe: Sólo la sustentabilidad salva. ¡Eramos vulnerables y no lo sabíamos!
