Una legendaria banda retó a los barquisimetanos a pensar y a bailar, demostrando que serían “rebeldes por siempre, rebeldes hasta la muerte”. Para celebrar tres décadas de buen ska, la noche del pasado sábado Desorden Público, de nuevo visitó el Teatro Juares, a propósito no sólo de su aniversario, sino también para compartir sus visión crítica y nada complaciente del país que les ha tocado vivir.
A casa llena, la agrupación más desordenada de todas, inició su concierto a las 9:00 de la noche, con esos inigualables acordes que de inmediato invitan a los presentes a gritar: “Yo quisiera que los políticos, fueran, fueran, paralíticos”. Enérgico comienzo en el que Oscar “Oscarello” Alcaino (percusión) tomó el micrófono para relatar que han sido “treinta años de búsqueda, terquedad, buena honda… respeto y buena música”, valores que distan de “las promesas prometedoras” de los políticos. Luego Horacio Blanco (voz y guitarra) entonó las notas de Todo está muy normal, tema que oportunamente abordó, de manera irónica, la corrupción venezolana.
Y como en toda “crisis nacional” se coloca en juego el mañana, la banda no dudó en preguntar: ¿Dónde está el futuro? Con “las rodillas arriba”, como pidió el cantante, los asistentes corearon este tema que fue seguido de El Clon.
Pero el concierto, no se quedó sólo en letras. Con “frases cuchis”, los desordenados introdujeron la canción Cursi, de su segundo disco En Descomposición (1990), para luego saltar al 2006 con el tema Hipnosis de la placa discográfica Estrellas del Caos.
Canto Popular de la Vida y Muerte y Danzan los Esqueletos, cerraron la primera parte del concierto.
Faceta sabrosona
El segundo segmento del concierto inició con un material audiovisual en el que José Luis Chacín “Caplís” (bajo) vuelve junto con Horacio a la casa de la calle 3 de Vista Alegre en Caracas, donde nació el desorden irreverente, inconforme y rebelde que ya tiene varias décadas sonando por el mundo.
Pero también han sido 30 años colmados de humor, sonidos caribeños, plástica y literatura latinoamericana, que fueron la excusa perfecta para desconectarse del “desastre económico” y dar comienzo a la parte “sabrosona del concierto”, con el tema Estoy buscando algo en el Caribe (1990), al cual le siguió Sale el sol, del disco Los Contrarios (2011).
Vestidos de playa y con la energía que los caracteriza, siguieron el “caminao” de Simón Guacamayo, para luego entonar el tema Cachos de Vaca y la letra “arrancada del realismo mágico latinoamericano”, Cristo Navajas.
Del texto Guerra del Fin del Mundo (1980) del escritor Mario Vargas Llosa, cantaron también la canción San Antonio.
En la voz del trompetista Noel Mijares, presentaron la canción Baila mi Chaha Ska.
Lo diablesco del desorden
Previo a iniciar la tercera parte del concierto Horacio, Caplís, Oscarello, Noel, Dan-Ell Sarmiento (batería), Francisco “Coco” Díaz (teclado), William “Magú” Hernández (guitarra y coros), Terry Bonilla (trombón) y Héctor Hernández (saxofón), hablaron sobre la agrupación, sus inicios en ella y aseguraron que este desorden “sigue pa’lante unos años más”.
Y no sólo se trata de crítica y Caribe, sino también de una banda que no dudo en cantar temas como Diablo, del disco homónimo (2001), Pegajoso y Dios y el Diablo dijeron que eras mía.
Entre mensajes positivos buenos recuerdos
Treinta años que despertaron buenos deseos. Para dar comienzo a otro segmento del concierto, presentaron mensajes y saludos de artistas venezolanos como Luis Fernando Borjas, Asier Cazalis, Lila Morillo, Rafael “ El Pollo” Brito, Huáscar Barrada, Los Amigos Invisibles, Los Mentas, OneChot, Charliepapa, Santoral, Caseroloops y Cayito Aponte, además de músicos de Colombia, México, Panamá, Inglaterra, Estados Unidos, Japón, Chile y Alemania, que coincidieron en indicar que Desorden Público es el “mejor ska de Latinoamérica”.
Para esta parte del concierto, no dudaron en interpretar temas como Zapatos Resbalosos, en la voz de Dan-ell y otras más realistas como Llora por un dólar. Para introducirlo en escena, Horacio recordó que cuatro meses atrás, al visitar Barquisimeto, no se creía que “el susodicho iba a llegar a los 1.000 (bolívares) y pasó los 1.000, hasta llegar a 1.100… Había uno a 6,30 (bolívares) y para que esos panitas siguieran robando se los pusieron a 10 (bolívares)”.
Manifestó que si esto no hacía llorar a los presentes, mejor se olvidarán “del cupo de internet”.
Después de llorar “por la pobre economía”, cantaron otros clásicos como Gorilón, Tiembla y Combate.
De su próxima placa discográfica Bailando Sobre las Ruinas, que llevarán al mercado el mes de julio, también cantaron los temas A mí me gusta el Desorden y Los que se Quedan, los que se Van, este último basado en historias de venezolanos, que por la actual crisis, han emigrado del país, pero “algún día volverán”; muestra de que el compromiso de Desorden Público por la crítica social continúa vigente.
Música de Fiesta y Allá Cayó, serían los últimos temas de la noche. Pero, estos encendieron la energía del público, que de inmediato pidió la popular canción Valle de Balas, con la cual no sólo enviaron al “presidente pa’l sanatorio”, sino también al “revocatorio”. La osadía valió el aplauso y los vítores de los presentes.
Horacio dijo creer firmemente que la música puede ser un vehículo maravilloso para invitar a reflexionar a las personas y contribuir a construir un mejor país. En tal sentido, indició que no sólo se tiene que señalar a quienes están en el poder, sino también ser más tolerantes y mejorar, para dejar la violencia de lado y ser el cambio que se aspira. “El país somos nosotros”, apuntó.
Entre ejercicios de catarsis colectiva también interpretaron Hay Cosquillas que no dan risa, Mal Aliento y Esto es Ska.