La policía brasileña interrogó al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva por espacio de cuatro horas en relación con el escándalo de corrupción que afecta a la petrolera estatal Petrobras y que salpicó a varios de los legisladores y empresarios más poderosos del país.
El otrora popular presidente, que gobernó el país entre 2003 y 2010, criticó airadamente el registro policial efectuado el viernes por la mañana y su posterior detención, calificando la operación de parte de una campaña para manchar su imagen, la de su partido y la de su sucesora, la presidenta Dilma Rousseff.
«Me sentí como un prisionero esta mañana», dijo Lula, quien ha expresado su interés por volver a optar a la presidencia. «He pasado por muchas cosas, y no soy alguien que guarde resentimientos, pero no creo que nuestro país pueda seguir así».
En un mitin realizado la noche del viernes en Sao Paulo, Lula insistió en su inocencia. «Si ellos son un centavo más honestos que yo, entonces me retiro de la política», dijo con los ojos llenos de lágrimas.
Funcionarios dijeron que están investigando ingresos por 30 millones de reales (8,12 millones de dólares) en pagos por discursos y donaciones realizados al Instituto Lula por empresas de construcción que son actores clave en el caso de corrupción de Petrobras. También investigan si algunas renovaciones y otras obras efectuadas en una casa de campo y un apartamento frente a la playa utilizados por Silva y su familia fueron favores recibidos a cambio de beneficios políticos.
«Nadie está exento de ser investigado en este país», dijo el fiscal Carlos Fernando dos Santos Lima. «Cualquiera en Brasil está sujeto a investigación cuando existen indicios de un crimen».
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