La verdad es, nunca imaginé que transcurrirían 50 años después de haber aparecido por primera vez esta columna escrita en un rincón de las páginas deportivas de El Impulso. Pues así ha sucedido, gracias a un público que se enganchó desde esa semana de febrero y ha continuado escudriñando en las cosas que se publican aquí. No tengo la menor idea si esto es un récord local o nacional de permanencia, pero si estoy seguro que he cumplido con puntualidad casi inglesa la cita semanal que acordamos con la primera generación de lectores. Para los nuevos visitantes debemos recordarles como nació el espacio y el por qué en la sección deportiva del diario. Fue sencillamente una respuesta a un impenitente gusto por la actividad deportiva y a la necesidad de alternar el trabajo como reportero de sucesos. La propuesta al jefe de estas páginas, para la época el veterano Roberto Riera Rodríguez, y ante la insistencia del jovencito reportero y frustrado futbolista, acordó buscar un “rincón” para publicar la columna. -¿Qué nombre va a tener? – preguntó Roberto. Pues ese –le contesté- y como mañana es miércoles se lo agregamos como complemento. Siempre fui un gran admirador de dos grandes de la crónica deportiva: Abelardo Raidi y Omar Lares y no voy a negar que me gustaba este tipo de periodismo cuyo estilo se le atribuye a Drew Pearson, estadounidense, y a Eladio Secades, un gran cronista cubano. Así que seguí la huella de los maestros con las necesarias variantes para crearle una personalidad propia. Curiosamente nunca la firmé originalmente y nunca lo he hecho, pero si observan con cuidado el cabezal hecho por Guillermo Rodríguez, un excelente caricaturista ya fallecido, podrán darse cuenta de las tres letras LRM, nombre y apellido del autor que espera estar con ustedes hasta el final de mi tiempo.
II
Cuando una mira hacia atrás establece, casi sin querer, una comparación con lo que vivimos hoy en nuestro país y no dudamos en convencernos de lo actualizado que está aquello de que todo tiempo pasado fue mejor, como solían decir los abuelos. Los venezolanos de hace 50 años éramos muchos más felices que ahora, a pesar de que no contábamos con los “jugueticos” tecnológicos de ahora. Eso daba pie para que este columna se permitiera darle rienda suelta a frivolidades que no le hacían daño a nadie. Al contrario resultaban divertidas y entretenidas. Ir, por ejemplo a “Uniprec”, uno de los primeros automercados que funcionaron en Barquisimeto era una delicia por los precios de los artículos de primera necesidad. Los carritos llegaban llenos a las cajas registradoras y se pagaba muy poco por una compra que incluía todos los productos que hoy anhelan las amas de casa. Los dueños de esos establecimientos eran visibles para el gran público y aceptaban de muy buena gana los reclamos y las quejas, si es que había, de los clientes. El país estaba considerado como el más moderno de nuestra América Latina y todos coincidían que en el futuro, Venezuela podía convertirse en el gran banco del continente, sin el peso de una deuda externa agobiante. En los 60 la democracia permitía a los ciudadanos el ejercicio de todos sus derechos. En esa década, sin embargo apareció el fantasma del comunismo cuando un grupo de la izquierda radical atentó intentó derrocar al gobierno por las armas. Sin embargo el pueblo y sus Fuerzas Armadas no lo permitieron infligiéndoles a los rebeldes una gran derrota. El estado Lara fue escenario de las andanzas de los desadaptados y seguidores de Fidel Castro, quien siempre quiso adueñarse del país y sus riquezas, como lo ha hecho en los últimos años.
III
En este Rincón hemos pretendido durante todos estos años homenajear semanalmente a una de la mejor y más bella creación del Universo: la mujer en sus diferentes estilos. Cuatro de ellas se han constituido en ese símbolo maravilloso que adoramos y admiramos: Sofía Loren, Carolina de Mónaco y Catherine Denueve, una italiana, una monegasca y una francesa. Y la representación venezolana en la figura de Susana Djuim, nuestra eterna Mis Mundo. No era tan fácil en los primeros años mantener el interés del lector. Aunque no lo crean, buscar la noticia entre miles obligaba a revisar por horas las revistas internacionales y mantenerse al día con lo sucedido en el mundo deportivo, sin soslayar, por supuesto, la actividad nacional y regional. En la crónica semanal todo lo humano tiene un gran interés periodístico y eso es lo que hemos pretendido en estos primeros 50 años. El público, a la que pertenece, ha buscado definirla de muchas maneras: es una crónica social, dicen algunos, otros critican que se ha desviado hacia la política, muchos aficionados se molestan por mi irrenunciable militancia madridista y cardenalera, y en fin, hay para escoger entre tantas manifestaciones, buenas y malas, que también forman parte de la historia de medio siglo que hoy necesitaba contarles. Un joven periodista me alentaba a que recogiera en un libro lo mejor del Rincón de los Miércoles, sin embargo pienso que no tiene sentido si sabemos que cuando alguien esté interesado en conocer las cosas que sucedieron en el pasado no tiene más que ir a la Hemeroteca de El Impulso y abordar la máquina del tiempo para disfrutar de un país hermoso, lleno de gente buena, ingenuo, si se quiere, orgullo del mundo, y al cual pretendemos regresar si todos nos convencemos de construirlo de nuevo. El Impulso, con sus 112 años a cuesta, nos ha permitido formar parte de los acontecimientos que van dejando una huella en nuestras vidas. Estar comunicados con los barquisimetanos de ayer y de hoy a través de este espacio significa para nosotros una gran aventura y un privilegio que agradezco a Dios y a los lectores responsables absolutos de un medio siglo apasionante.
¡Va por ustedes!