La Venezuela actual y la del 27 y 28 de febrero de 1989, días en que ocurrió el movimiento popular conocido como El Caracazo, tienen en común el contexto de una severa crisis económica. Sin embargo, las divergencias parecen ser mayores que las similitudes, pues a juicio de la politóloga Lelimar Narváez, un estallido social está lejos de suceder en el país.
Narváez explica que el punto de partida para el descenso del valor del bolívar fue el Viernes Negro, ocurrido en 1983; desde entonces, las devaluaciones han sido continuas, con los gobiernos de turno intentando mantener bajo control este indicador.
“Luego, el Caracazo fue causado por medidas que se tomaron durante una situación que hoy en día puede no parecer excesivamente crítica, pero que para la época sí lo era”, explicó.
La insurrección, de la que este fin de semana se cumplen 27 años, fue reflejo de una situación económica crítica que generó un impacto en lo social: el pueblo rechazó las medidas y se generó un caos inmediatamente, señala la también profesora universitaria.
En 2016
“Hoy en día hay una situación crítica, una crisis económica que el Gobierno no ha logrado controlar” prosigue Narváez: “Pero la diferencia es que el Estado nos ha llevado a condicionarnos a sus reglas”. Productos regulados, terminal de la cédula para poder hacer compras, capta huellas, son algunos de los cercos que han distorsionado la calidad de vida.
De acuerdo a la analista, el venezolano se encuentra en un estado de sumisión. “Creo que un estallido social como el Caracazo está lejos de suceder, porque hay que tomar en cuenta la temporalidad: se tomaron las medidas económicas de la gasolina y la devaluación, y al día siguiente la gente igualmente fue a hacer su cola. Sucede que las personas quieren satisfacer la necesidad más básica, lo mandatorio, que es comer”.
“El venezolano parece no notar este condicionamiento. Nos acostumbramos a las colas” señala.
También existen altos niveles de control. En este sentido, Narváez expone que el Gobierno busca dar una idea de que hay orden y autoridad, como pudo observarse durante las protestas del año 2014. “Si protestas, te detienen y no importa el delito porque el Estado lo construye”.
Igualmente, la politóloga hace referencia a la independencia de las instituciones del Poder Público, apreciable en la teoría pero no en la práctica, con más de 16 años de complacencia para con el Gobierno. “Chávez montó una enorme imagen de poder” acota.
“En lo social hay una gran descomposición, pero no solo es la degeneración en este sentido sino también la polarización ideológica que no permite la coincidencia; sin coincidencia no hay acuerdo y sin él, no hay consenso para que los ciudadanos logren metas comunes.”
Problemas estructurales como la inseguridad y la consiguiente prioridad de preservar la vida, caracterizan el contexto actual y alejan la posibilidad de una revuelta popular.
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