Cuando en cadena nacional de medios radioeléctricos para anunciar las tan esperadas nuevas medidas económicas, el presidente Nicolás Maduro, sin reparar en la magnitud del momento que lo obligaba a la ponderación y el respeto a las formalidades, arremetió contra el empresario Lorenzo Mendoza acusándolo por enésima vez de supuestos delitos contra la seguridad alimentaria de los venezolanos, muchos pensaron que una vez entrado el gobierno en la toma de decisiones una de ellas sería concretar las amenazas contra Mendoza de expropiarles sus empresas y además privarlo de libertad bajo cualquier expediente exprés elaborado por la Fiscalía General de la República.
Conectados con esta preocupación en las redes sociales usuarios de diversas tendencias políticas construyeron escenarios que hacían pensar que frente a este marco de hostilidades, Lorenzo Mendoza se había colocado a buen resguardo fuera del país, en lógica y legítima defensa de sus derechos como ciudadano inocente de toda culpa y cuyo único delito ha sido reiterar que la única vía para alcanzar la soberanía alimentaria en Venezuela está en la producción interna.
Pero contrario a este entendible y justificado proceder, el día posterior a la cadena del Presidente Maduro donde le acusó de gorgojo, bruto y otros epítetos con los cuales le hacía sujeto de castigos ejemplares, el empresario Lorenzo Mendoza se internó en la Venezuela profunda para establecer contacto con las raíces productivas que son la esencia de las esperanzas nacionales para transitar la ruta de salida al presente laberinto de angustias que nos asfixia. No se fue a Bogotá, ni a Texas, dónde sus empresas gozan del más alto apoyo privado y público, tampoco a Nueva York, París o cualquier ciudad donde tiene oficinas de negocios y desde las cuales podría colocar la crisis venezolana en una perspectiva que no comprometiera su seguridad personal, Lorenzo Mendoza se fue a Río Tocuyo, Estado Lara, para conocer de cerca un viñedo propiedad de un mediano productor y el cual funciona como experimento para captar insumos nacionales para la elaboración de vinos y sangrías de la empresa Pomar.
El propietario del Viñedo San Marcos, Lermit Mendoza, recibió esta visita como la mejor terapia para recuperarse de un accidente laboral y con orgullo manifiesta que siente una gran confianza en este proyecto debido a las garantías de permanencia de las empresas Polar en Venezuela, dadas personalmente por el empresario Lorenzo Mendoza. ”Yo no me voy del país. Aquí lo que tenemos es que trabajar duro y tener fe”. Estas palabras dichas por él frente a productores agropecuarios de Lara, entre quienes estaban además de Lermit, Alejo Hernández y Víctor Aldana, activaron el optimismo de todos los presentes. Sobre todo que no fueron declaraciones para la prensa, sino la ratificación de un compromiso personal y familiar, teniendo como soporte moral la presencia de su esposa Alexandra Pulido, de Doña Tita (Leonor, su madre) e Isabel, su hermana.
Tiene bien puestas sus esperanzas en la recuperación del país el empresario Lorenzo Mendoza, las tiene puestas en la fecundidad de la tierra, en el trabajo de los productores, en la conciencia nacionalista de mucha gente que triunfando sobre el pesimismo pone su amor por Venezuela por encima de las vicisitudes de este espinoso presente. Bien por Lorenzo Mendoza y que su palabra vaya adelante:” Pongamos la prioridad en lo Hecho en Venezuela”.