La apertura del tan esperado Mercal en la población de Río Claro no resultó rodeado de la felicidad que todos esperaban debido a que, a causa de la desorganización imperante, durante los dos primeros días en funcionamiento prevalecieron los puntos negativos.
El establecimiento abrió sus puertas el lunes y este martes, desde antes del amanecer, comenzaron los conatos de alteración del orden, provocados, aparentemente, por los “bachaqueros” que antes estuvieron adueñados de la cooperativa donde las familias de la parroquia Juares se abastecían.
“Eso fue un desorden muy temprano porque unas mujeres, creo que bachaqueras, querían ponerse de primeras en la cola a pesar de haber llegado tarde, pasando por encima de quienes llegamos desde las cuatro, o antes, de la madrugada”, refirió una de las amas de casa que a las diez de la mañana aún no habían ingresado a hacer su compra.
La mayoría también coincidió en que el retardo en comenzar a permitir el ingreso a las personas se debió a la falta de preparación del personal encargado de las cajas.
Uno de los presentes dijo que los alimentos están en Río Claro desde hace varios días, pero no fue hasta el lunes cuando comenzaron ra venderlos.
“Pero ya empezaron los chanchullos por parte de los empleados, porque pudimos ver como algunos salían descaradamente con paquetes de pañales y por eso cuando uno llega allá adentro no consigue nada”, dijo una mujer que sólo se identificó como Argelia.
Mirna, por su parte, manifestó haber llegado a las tres y media de la mañana desde el sector La Cruz, donde vive, y a las diez aún esperaba que pasaran más de 200 personas que estaban delante para hacerlo ella.
“Calculo que pasaré en la tarde porque eso se está tardando mucho; es que esos empleados no están adiestrados y por eso no se aligeran las colas”, agregó.
Yoleida, del sector Río Cristal, por su parte, considera necesario que alguna autoridad, la Guardia Nacional o la policía se encargue de mantener el orden en la cola para evitar disturbios.
“El puesto policial está al lado y los policías no hacen nada, sólo dormir, y mientras tanto nosotros estamos aquí, en la calle, exponiéndonos a que vengan unos malandros y nos roben los pocos realitos que trajimos para comprar algo de comida”, manifestó la ama de casa.
En efecto, pese a la gran cantidad de personas aglomerada frente y en los alrededores del nuevo Mercal, ningún funcionario hacía recorridos en la cola para impedir la acción de los bachaqueros.
Otra de las mujeres, con una niña en brazos que protegía del Sol con un cartón, temía que, a pesar de estar más cerca de la puerta principal, cuando entrara no encontraría los necesarios pañales para la pequeña.
“Deben darle unas clasesitas a esos empleados sobre como se debe atender a la gente, no importa que seamos pobres, porque también tenemos nuestros derechos y si ellos quieren que los respeten, primero deben respetar”, manifestó otra de las amas de casa presentes.
Carlos Aguilar vive en Brisas del Río y también considera que hubo falta de preparación de los empleados encargados de atender a las personas y por eso las forma desordenada como se llevaba a cabo el ingreso, aunque estima que “las cosas se irán mejorando conforme transcurran los días para que la gente pueda comprar sin muchos problemas y no como lo ha hecho durante los dos primeros días en funcionamiento del local.