Cada vez más cobra relevancia la mirada multidisciplinaria sobre la ciudad. Atrás quedó el tiempo en el cual la discusión sobre la ciudad era un asunto exclusivo de urbanistas. Debido a que las ciudades son entes vivos, cuya vida con el paso del tiempo se van complejizando, es necesaria la intervención de autoridades, ciudadanos y especialistas en diversos ámbitos para la construcción plural y democrática de las políticas públicas de cada ciudad. Es un desafío, sin duda alguna, pero es el camino correcto.
No hay verdades absolutas cuando se toman decisiones sobre las ciudades, y menos aún cuando se trata de ciudades complejas, con problemáticas y tareas pendientes en diferentes frentes, tal como ocurre hoy en Venezuela. El centralismo y la asignación parcializada de recursos públicos que han caracterizado al poder ejecutivo en los últimos años, han significado una asfixia paulatina de la viabilidad económica de los gobiernos municipales. Y un asunto clave cuando se revisan historias exitosas del manejo de ciudades es la capacidad de poder hacer inversiones y mirar al largo plazo, para lo cual se requieren recursos, y no sólo poner pañitos calientes cada vez que estalla un problema o conflicto.
Lo dicho en los párrafos anteriores me sirve de preámbulo para comentar lo que me parece es una iniciativa de primer orden en esto de pensar la ciudad, en la historia de Venezuela. El 17 de febrero no sólo deberá ser recordado como el día en el cual el presidente Nicolás Maduro dictó las medidas de ajuste económico.
Deberá ser recordado, sin duda alguna, en la gestión municipal como el día en el cual de forma innovadora y democrática el alcalde del municipio Iribarren, Alfredo Ramos, juramentó a siete decenas de ciudadanos con diferentes especialidades, experticias y experiencias, dando inicio formal al Consejo Consultivo de la Ciudad de Barquisimeto. Hemos tenido el privilegio, por la designación del alcalde, de ser parte del cuerpo fundacional de consejeros de la ciudad.
No conocemos precedentes de iniciativas de este calibre, en la cual una autoridad municipal hace un ejercicio de apertura tan amplio para contar como consejeros a ciudadanos interesados y preocupados por lo público, por la vida en la ciudad, por la calidad de vida justamente. De este consejo forman parte obviamente urbanistas, arquitectos e ingenieros, pero también hay abogados, historiadores, educadores, comunicadores, sociólogos, politólogos, aristas plásticos, gestores de la cultura, emprendedores, empresarios, ambientalistas. La palabra que los congrega a todos es que son fundamentalmente ciudadanos y que entienden esa ciudadanía como un ejercicio de corresponsabilidad y colaboración con la autoridad electa democráticamente en las urnas por la población.
Desde el punto de vista del alcalde Ramos, se trata de un ejercicio sin duda democrático de congregar a personas interesadas en dar aportes sobre la ciudad sin que eso implique una afinidad político-partidista y sin que se genere una relación laboral con el municipio. Es también altamente democrática la actitud del alcalde y su equipo de gestión de abrir un canal de consulta institucional para recibir insumos, propuestas, sugerencias, planes y proyectos. La alcaldía de Barquisimeto está dando un mensaje de democracia: nos dicen que no asumen el poder –como lo hacen otros- como si fuesen portadores de verdades absolutas, y por tanto están dispuestos a escuchar. Que saludable para el país –para todo el país- que algo así ocurra en la Venezuela actual.
Finalmente, el gran desafío de estos consejeros será efectivamente aconsejar con tino a las autoridades esencialmente en la mirada a largo plazo. Tienen la tarea prioritaria, nada más y nada menos, de pensar la ciudad.
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