Hace algunos días tuvimos el gran honor de conversar con el Arzobispo de Barquisimeto, su Excelencia Antonio López Castillo, con motivo de entregarle un documento de apoyo frente a las agresiones de la cual fue objeto por su homilía de la misa oficiada el 14 de enero. El escrito fue firmado por buena parte de los integrantes de la Red de Instituciones Larenses y entregado por la profesora María de Lourdes de Chiossone, el doctor Emilio Urbina, Don Abelardo Riera y mi persona.
Tuvimos la oportunidad de conversar sobre los grandes retos que actualmente confronta Venezuela y la necesidad imperiosa que tiene la Iglesia católica de promover la fe en Dios como camino seguro para la solución armónica de los complejos problemas presentes en el escenario nacional.
El Arzobispo es un hombre de ideas claras y palabras precisas, de hablar sosegado expone con sabiduría los aspectos fundamentales del papel de la Iglesia Católica dentro de la realidad social venezolana.
Luego de escucharle cualquier interlocutor puede apreciar sin ningún género de duda su ecuanimidad de criterio frente a la diversidad de opiniones sobre temas de actualidad y su firme defensa de la misión evangelizadora del catolicismo como instrumento de redención material y espiritual del ser humano.
En lo personal quedé gratamente impresionado por la ponderación y la humildad de nuestro Pastor guía de la Arquidiócesis de Barquisimeto y me fue imposible no pensar inmediatamente en Don Helder Cámara, Obispo de Recife en Brasil, quien fue una referencia mundial en la lucha contra la pobreza, actitud que sirvió de ejemplo y emblema para los obispos latinoamericanos, quienes sin miedo han levantado su voz de reclamo y denuncia frente a quienes desatienden sus obligaciones con el pueblo pobre, donde Dios tiene su morada predilecta.
El propio Papa Francisco ha sido parte de este gran movimiento latinoamericano por la redención integral de los más pobres. Y es que Latinoamérica puede sentirse orgullosa de su clero porque a partir de la Conferencia Episcopal de Medellín, donde nuestros Obispos iniciaron un camino propio para la evangelización, en todos nuestros países el clero y los laicos comprometidos han sido un ejército pastoral que ha llevado soluciones y compañía a los sectores que más sufren las injusticias sociales. Obligado es recordar dentro de cualquier mención a la valentía de nuestros Obispos en sus posiciones frente a los poderosos, a Monseñor Oscar Arnulfo Romero, quien fue acribillado por los esbirros de la Junta Revolucionaria de Gobierno de El Salvador mientras oficiaba una misa.
Se equivocan, pues, quienes pretenden amedrentar a los obispos católicos cuando asumen la sagrada misión de invocar justicia para el pueblo. Además esta posición de buscar a Cristo encarnado en el hombre y bajo cualquier circunstancia material que le afecte, es Ley según Gaudium et Spes de Vaticano II.
En Venezuela vivimos momentos duros y los pronósticos de expertos en política y economía es que recrudecerán. Estamos a las puertas de acontecimientos inéditos dentro de nuestra historia, la mejor defensa que podamos tener para combatir las tempestades que se asoman está en la unión y la solidaridad, si nos hermanos en Dios con toda seguridad saldremos victoriosos de estos trances. Como católicos oremos por nuestro Pastor el Arzobispo López Castillo, para que como guía espiritual nos conduzca con sabiduría por el duro camino que nos queda por transitar.
