Lara aún sufre consecuencias de las expropiaciones

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Comparar la realidad agropecuaria actual del país con la de décadas pasadas, permite observar una preocupante situación, que se trasladas hasta los mercados y hogares de cada venezolano.

Al consultar las causas por las cuales el campo criollo ha dejado de ser lo fértil que solía ser, representantes de múltiples rubros, sectores, ciudades y eslabones de la cadena, coinciden en señalar que la problemática reside en las políticas de gobierno, que han dejado el campo sin semillas, fertilizantes, agroquímicos, maquinarias, herramientas y sin sus agricultores. Tras la oleada de expropiaciones y ocupaciones ordenadas por el Gobierno nacional, desde 2004 hasta 2008, bajo la batuta del presidente Hugo Chávez, numerosas familias de tradición agropecuaria, abandonaron sus predios y observaron desde la distancia cómo dejaban de ser tierras productivas.

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Es el caso de Alfredo Arvelo, expropiado del Valle del Turbio. Su familia había sido la propietaria de Hacienda Guacabra desde 1918, y tras un proceso de desocupación que tardó varios años, sólo pudieron conservar una tercera parte de esta, donde aún se dedican al cultivo de la caña de azúcar, a pesar de las críticas condiciones del rubro.
Así como los terrenos de la familia Arvelo, otras 1.287 hectáreas fueron intervenidas por el Estado en el municipio Morán, con una producción de 71.500 toneladas de caña de azúcar y 6.200 de hortalizas, que empleaban 683 personas, según datos del Consejo de Coordinación Agropecuaria del Estado Lara.

Según Fernando Deivis, secretario general de la conformación larense, y hasta 2006, el total de haciendas intervenidas representaba el 30% de las tierra productivas del valle de El Tocuyo, que en la actualidad registran escasos niveles de producción que no se comparan con épocas pasadas.

Detalló que otras seis haciendas de Simón Planas, que suman una extensión de 9.715 hectáreas, productoras de maíz, sorgo y ganadería, igualmente fueron intervenidas. Para la fecha, también se conoció que la hacienda el Zuzun 2 de Urdaneta, fue objeto del mismo procedimiento. En la mayoría de los casos dichos terrenos se encuentran en total abandono, sin trabajadores ni producción.

En el municipio Torres fueron intervenidas otras dos haciendas que tenían un área de 6.018 hectáreas y en Palavecino otra treintena de haciendas, todas estas, productoras de caña de azúcar.

En total, suman 45 haciendas y 19.225 hectáreas que empleaban a miles de larenses.

Perspectiva del expropiado

Para Alfredo Arvelo, los procesos de los cuales fueron objeto no pueden ser clasificados como expropiaciones, ya que no se consumó la normativa legal que se debe cumplir para dicha figura. Es de recordar que la legislación venezolana, describe esta como una institución de derecho público, con la cual el Estado limita la propiedad privada de determinados terrenos, por razones de utilidad e interés público, mediante un juicio previo y la indemnización justa.

Calificó los hechos como una “toma del Valle del Turbio”, en la que no se cumplieron los compromisos.

El agricultor refirió que se trató de un proceso extendido que inició en 2004, año en el que el presidente Hugo Chávez, inauguró la estación de rebombeo de agua de Chirgüa, cuando dio las órdenes del ya conocido “exprópiese”.

Desde la fecha hasta la actualidad en el Valle del Turbio no se aprecia producción, al menos no la que acostumbraba a verse en este, según refiere Arvelo. “Lo único que Barquisimeto recibe de este valle, en el presente, es tierra”.

Calificó el Valle del Turbio como “un signo de ignominia y abandono”.

Que se reversen las medidas

Arvelo manifestó que los aún propietarios de los terrenos del valle, cuya propiedad aún defienden por el carácter legal de su documentación, esperan que las medidas sean revertidas.

Asimismo, comentó que en aquel entonces se esgrimieron múltiples razones (utilidad pública, resolución autónoma y otras), que hacen que estos actos pierdan su fuerza y valor.

Relató que histórica y culturalmente, este predio había sido empleado para actividades como la ganadería y al cultivo de caña de azúcar, café y cacao. Fue el primer de estos rubros el que se mantuvo en ejercicio hasta el momento de las tomas de las tierras y que en la actualidad se mantiene a pequeña escala.

Es de recordar que este valle dio origen al Central Azucarero Río Turbio, que generaba un importante número de empleos directos e indirectos. Calificó este como “una víctima más” de las expropiaciones a escala nacional y de políticas económicas como los controles de precio.

Manos inexpertas

Al consultarle si las actuales condiciones del Valle del Turbio se deban a que fueron entregadas a personas no capacitadas para su cultivo, afirmó que esta también podría ser una razón de lo que ahora se aprecia.

-El trabajo de la tierra es un trabajo duro, arduo y nada glamoroso… tiene que tener dolientes y hubo un ensañamiento contra los productores de caña de azúcar. Una política que desestimuló la producción de caña de azúcar por razones ideológicas más que técnicas.

Relató que en diversas visitas al entonces Instituto de Tierras, se les dijo a los productores que “la producción de caña era un cultivo esclavista” razón por la cual no fue apoyado.
Acotó que si bien este cultivo inició como una actividad que requería de mano de obra esclava, se trata de etapas de la historia y que en aquel entonces las condiciones eran otras. Por el contrario, se trataba de una práctica cultural importante para Lara.

El valle fue bandera política

Una de las “banderas políticas” de aquel entonces fue que la caña de azúcar causaba daños en las comunidades aledañas y contaminaba los acuíferos. Aseveraciones que para Arvelo carecían de fundamento, argumento que también fue defendido por la facultad de agronomía de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA). Fueron un actor importante para rebatir duchas matrices.

-Nada más lejos de la realidad. Si los acuíferos están contaminados es por el sistema de cloacas es deficientes y por la contaminación de la ciudad con la quebrada del guarda gallo, pero ninguna atribuible directamente al cultivo de la caña.

Comentó que la caña que se regaba con aguas servida, daba un uso práctico a ese vital líquido, sin causar mayores contaminaciones en el río, aguas abajo.

Calificó estas como un conjunto de escusas sin razones que “trataban de justificar esta acción, que sólo pretendía tomar el poder y forzar a un grupo de personas a su voluntad para hacerse ver como todo poderosos ante el pueblo”

-Quisieron darle al valle una orientación de producción hacia las hortalizas, que serían luego alimento para el pueblo. Pero esto fue sólo discurso y política.

Razones políticas

En opinión de Arvelo, los motivos de estos procesos fueron “netamente políticos”, ya que no existe razón que justifique dichos actos. “Fueron simples iniciativas que pretendían hacer campaña política y las consecuencias se aprecian al ver el valle.

Relató que la producción agrícola nacional se encuentra gravemente afectada y que el consumo de la población venezolana depende de los alimentos que ingresan por puerto.

Sobre las vallas propagandísticas que se observan al transitar por la avenida Hermano Nectario María, mejor conocida como Ribereña , las cuales refieren que en el Valle del Turbio se cosechan rubros como tomate y girasol, Arvelo manifestó que dichos instrumentos difusores sólo pretendían tener un efecto mediático en la sociedad. “Ellos intentaron experimentar en diferentes oportunidades con diversos rubros, sin éxito alguno”, comentó el también agricultor, quien subrayó que por el simple hecho de que dicha área sea llamada como “valle” esto no significa que la misma sea fértil para todos los cultivos.

Acotó que las tierras del Valle del Turbio presentan sus propias limitaciones y por tanto, son aptas para ciertos cultivos, sumado a la presión urbana que ejerce la ciudad sobre este, por lo cual se debe escoger con sumo cuidado qué rubros y qué cultivos se producirían allí.

Por su parte Deivis, apoya estos planteamiento al señalar que el sector requiere de más soporte gubernamental, desde los tres niveles de gobierno, ya que la problemática es estructural y parte del desconocimiento de algunos representantes gubernamentales, que en el ínterin de cambios de gabinete económico, esbozan distintos proyectos y planes que no respaldan a fondo la actividad en el campo.

“No existen políticas de largo plazo que orienten y den piso al desarrollo productivo y agropecuario”, comentó Deivis, quien hizo referencia a leyes como la Ley de Reforma Agraria, que se han convertido en trabas para la actividad en el campo.

En tal sentido, considera necesario se promulgue una Ley de Desarrollo Agropecuario, que sea normativa de la actividad, aunque cambien los rostros de los gabinetes. A nivel regional propone una Dirección de Desarrollo Agropecuario y que a escala local se promueva la creación de Institutos Municipales de Agricultura, a fin de que la actividad no se encuentre centralizada en la Capital y cada nivel de gobierno atiendas las necesidades inmediatas de cada rubro, sector o localidad.

A nivel del poder legislativo, considera necesaria la creación de una Comisión Permanente de Agricultura, que promueva y fomente la actividad, además sea vigilante ante procesos que perturben el desarrollo agropecuario en el país, como las expropiaciones.
Señaló que no ha habido políticas de incentivo a la agricultura.

 

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