Al Dr. Manuel Alcalá Palencia
Nacemos para morir. Bien difícil halagar a alguien por estos medios en vivo, ya que usualmente se piensa que procuramos algo a cambio o simplemente por hipocresía, y así lamentablemente lo presiento.
Aproximadamente en 1984, en una reunión social lo conocí, sin pensar que compartiríamos un sinfín de las mismas por largos años.
Los amigos definitivamente se escogen. Pasamos a nivel familiar, tenidas musicales, apoyados por connotados músicos (Chichito Rosales, Pazos Rosal y el Negro Aguilar entre otros), por supuesto con la conocida parrillada, dominoes y bebidas buenas para el soporte.
Fue una persona muy consecuente con los amigos, conocedor de la tauromaquia, deportes, toros coleados etc. Iniciamos tertulias amenas los días jueves en un ambiente agradable próximo a nuestro lugar de trabajo.
Solía asistir Luis Pinto, Samy Abuyaghy, ya ausentes con una constancia tal que se pasaba para atender llamadas de sus hijos en el extranjero y regresaba contento de los progresos de los mismos.
Cosa de tres meses atrás dejó de asistir a los usuales comportamientos y me comunicó que ya no le apetecía tomar nada. Así comprobé que su debacle se acercaba. Un médico excelente, muy atinado en los diagnósticos y siempre procurando solución ágil en los quirófanos. Muy buen docente en la universidad, dicho por sus adjuntos, quienes seguro lo reemplazarán a la brevedad.
Lacónico y hasta mordaz en sus respuestas. Una vez y única le increpé del daño de la pipa que fumaba con gran placer, ya que eso a la larga lo mataría, ripostándome que a la larga todos nos vamos a morir.
Descansará en paz, por haber sido un buen ciudadano.