La magnitud del desastre económico y político de Venezuela está en la Opinión Pública Internacional. Ante la afirmación descarada del dictador Nicolás Maduro de que “nada ni nadie lo sacará del poder”, no queda otra: convocatoria de un gobierno de salvación nacional.
La fórmula no es nueva. La usó el Estado serbio en 1941, tras la invasión nazi en Yugoslavia. La pusieron en práctica militares para apoyar al gobierno portugués en 1974. En el 2011 la pidieron los egipcios ante la caída de la dictadura de Mubarak. La volvió a convocar Portugal en el 2013. La está sugiriendo para Venezuela el sociólogo alemán-mexicano Heinz Dieterich, asesor de Chávez. El año pasado la presentó en Venezuela Enrique Aristeguieta Gramko, socialcristiano, uno de los artífices de la caída de la dictadura de Pérez Jiménez. Y tanto Felipe González como José Aznar de España hablan de Venezuela en emergencia nacional.
Venezuela atraviesa quizás la crisis más grave de su historia. Unos la califican de económica, otros de política, pero la mayoría la califica de humanitaria. En Caracas, no existe aún dimensión de lo que ocurre en los más apartados pueblos del interior. Escasez de alimentos y medicinas, quiebra de comercios, hospitales desguarnecidos, emigración de la juventud, barrios y caseríos en manos del hampa, cobro de peajes en las alcabalas controladas por los militares. La mayor demostración de la derrota del gobierno frente a la delincuencia se vio retratada recientemente ante los entierros de jefes de malandros en Porlamar y Maracay.
Nicolás, Diosdado, Cilia y Aristóbulo se han convertido en lo que una vez en China se llamó “la banda de los cuatro” que envalentonados en el poder se oponían a los cambios que exigía el país asiático. Leemos en la prensa los mayores exabruptos, algunos de ellos inadvertidos por gran parte de la población, ocupada en encontrar comida. El gobierno de Maduro en sus estertores ha ordenado la impresión de 10.000 millones de billetes de banco, para enmascarar la quiebra nacional. No es el único disparate. Arias Cárdenas para recordar el 4 de febrero, ha propuesto eliminar las alcabalas y los controles fronterizos, lo que significaría entregarle el país al narcotráfico, como ocurrió una vez en el norte de México.
En la calle se habla ya de la elección por la Asamblea Nacional de los nuevos miembros del Consejo Nacional Electoral, que contra la opinión de juristas importantes se piensa aumentar el número de magistrados del Tribunal Supremo de Justicia. Que al convertir a Maduro en “cabeza de turco”, el ejecutivo de transición estaría encabezado por Aristóbulo Isturiz de Presidente y Eduardo Fernández de Vicepresidente, hasta la convocatoria de nuevas elecciones presidenciales, que deberían unirse este mismo año a las de gobernadores. Lo cierto es que hay el convencimiento general de que Maduro no puede continuar en el poder.