#RevistaGala Luis Valbuena: Orgullo criollo en la “gran carpa”

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Siempre sonriente, con un carácter envidiable y una humildad digna de admirar, el grande liga venezolano Luis Valbuena, el que pone la cosa buena cada vez que su fuerza se apodera del madero, abrió su corazón y nos permitió conocerlo más allá del terreno de juego, poniendo en evidencia a ese maravilloso hombre que con razón ha sabido cosechar seguidores por doquier y amigos que lo aprecian más allá del uniforme que porte

Desde las gradas, es más que evidente el cariño que le tiene esa fanaticada crepuscular que en coro grita su nombre cada vez que llega su turno al bate, depositando a ojos cerrados toda la confianza en él y pidiéndole que, como de costumbre, de un palazo de esos poderosos que suelen poner a su equipo en ventaja. Desde adentro, desde los mismísimos cimientos de la cueva cardenal, esa confianza empieza a transformarse en una suerte de fe que, con total sentido, le tienen sus compañeros de novena, quienes saben perfectamente que cuentan con él en las buenas y en las malas, tal y como lo demuestra cada vez que hace una de esas jugadas milagrosas que ponen arriba el marcador larense.

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Y es que Luis Valbuena, el oriundo de Caja Seca, un pequeño poblado del estado Zulia, más allá de ser un pelotero fuera de serie, fuerte, agresivo y acertado, es un ser humano excepcional, un hombre ocurrente y positivo que contagia con su buena vibra a todo aquel que tenga la dicha de conocerlo, un chamo que bien ha sabido cosechar amistades, admiradores y hermanos de vida que han seguido sus pasos desde aquel momento en el que sus destrezas lo hicieron formar parte del selecto grupo de jóvenes que representaría al estado Mérida, un estado que aunque no fuese el suyo, fue el que le abrió esas primeras puertas que, años más tarde, lo condujeron hacia el éxito del que hoy goza.

Desde pequeño…

Conversando cómodamente como si nos conociera de toda la vida, el infielder del Cardenales de Lara y ficha clave de los Astros de Houston, rememoró entre sonrisas aquellos primeros años en los que, desde su querido San Juan, sector en el que nació y creció, comenzó a soñar con convertirse en pelotero profesional, sueños que se alternaban entre las caimaneras con sus tíos, sus fieles compañeros de equipo, y sus estudios en la Escuela Prevocacional Gibraltar, clases que por cierto sólo duraban medio turno, pues después del recreo, un Valbuena pequeño de edad pero grande en voluntad y de nobleza gigante, se escapaba para trabajar con el único propósito de ayudar a su mamá con los gastos del hogar, para luego, una vez terminada su jornada laboral, salir corriendo al campo de béisbol para entregarse en cuerpo y alma a su verdadera y única pasión.

Y llegó el momento…

Pasaron los años y Luis se fue haciendo cada vez más talentoso, sus habilidades se fueron puliendo, sus destrezas continuaron aflorando y su pasión creció desmedidamente, las prácticas no cesaron y las experiencia tampoco, hasta que de repente, tras días de constantes esfuerzos, noches de grandes sueños y una buena temporada trabajando en la academia de los Marineros de Seattle, llegó por fin, a los 16 años, aquella notica que desde siempre había sido su meta a alcanzar: Ser firmado por un equipo de las Grandes Ligas y convertirse, finalmente, en ese pelotero profesional que siempre anheló ser.

Cardenalero de pura cepa

Aunque pos cuestione de orígenes muchos podrán pensar que su equipo debería ser Águilas del Zulia, Valbuena ha sido, desde su primer día en la Liga Venezolana de Béisbol Profesional, un cardenalero en cuerpo, alma y corazón, honor que hoy le agradece infinitamente al gran Emilio Carrasquel, quien no sólo estuvo a su lado en el proceso de convertirse en Marinero, sino que también fue el responsable de invitarlo a formar parte de las filas del equipo crepuscular, uniforme que hasta el sol de hoy viste con el pecho hinchado de orgullo y al que defiende a capa y espada sin importar qué tan difícil se ponga la temporada; un equipo al que ama y en el que espera poder pasar el resto de su carrera, dándolo todo por el Cardenales de Lara hasta que Dios así se lo permita.

Cuando habla el corazón

– ¿Qué representa para ti Cardenales de Lara?

Representa mucho, pero mucho mucho, porque fue el equipo que me dio la oportunidad de jugar profesional aquí en Venezuela, el que me permitió vestir una camiseta a la que amo… Ese pájaro rojo que llevo en el pecho me ha hecho crecer y ser mejor persona.

– De no haber sido pelotero profesional, ¿Qué hubieses sido?

Profesor de Educación Física, chofer de camiones o matemático (risas).

– ¿Cuál consideras que ha sido tu mejor momento como beisbolista?

El día en el que me subieron para las Grandes Ligas con los Marineros de Seattle.

– ¿Quién es Luis Valbuena fuera del terreno de juego?

Soy un hombre muy casero, humilde y familiar, me encanta jugar dominó, hacer parrilladas, ir a la playa y compartir con mi gente, me gusta darles buen ejemplo a los niños y ayudar en todo lo que esté a mi alcance.

– Al sol de hoy, ¿A quién le agradeces?

A mi mamá, abuela y hermano que siempre estuvieron a mi lado apoyándome en las buenas y en las malas, a Celestino López que con gusto me ayudó a mejorar, al coach José Moreno porque gracias a él juego con pasión y a César Izturis por mostrarme los secretos de la segunda base.

– Y ¿A quién admiras?

A Víctor Martínez y Omar Vizquel porque son personas íntegras dentro y fuera del terreno de juego, grandes profesionales, de conducta intachable y corazones gigantes.

– ¿Cómo sería tu Dream Team?

Pitcher: Johan Santana

Cátcher: Víctor Martínez

Tercera base: Miguel Cabrera

Shortstop: Omar Vizquel

Segunda base: Roberto Alomar

Primera base: David Ortiz

Center field: Ken Griffey Jr.

Left field: Mike Cameron

Right field: Carlos González

Bateador designado: Mark McGwire

– ¿Contra qué pelotero te gustaría medirte bateando?

Contra CarGo, el más duro

– ¿A qué equipo quisieras que se enfrentara Cardenales?

A los Cardenales de San Luis

“Me siento cómodo y contento con los Astros de Houston, somos una familia unida y llena de energía que día a día lucha junta para mantenerse en un buen nivel… Este año estoy más maduro y preparado para afrontar los retos que vendrán”

“Mi familia siempre ha estado conmigo en las buenas y en las malas, apoyándome en todo momento de mi carrera y dándome empujoncitos y palabras de ánimo cada vez que los necesito. Ellos están muy orgullosos de mí y eso me hace sumamente feliz”

“En un principio yo era cátcher, hasta que de repente llegó el gringo y me mandó para segunda base, almohadilla que hoy domino gracias a la ayuda de Jonathan Arraiz, quien me enseñó que para estar ahí hay que ser hábil, tener buenas manos, concentración y mucha capacidad de reacción”

 

 

 

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