Durante estos carnavales lo menos que se hizo fue disfrutar de comparsas y disfraces. En tal caso que se hubiera hecho, estoy seguro que pocas habrían sido las personas que disfrutarían de estas coloridas atracciones y todo porque la mayoría nos la pasamos haciendo cola en los establecimientos comerciales para comprar algún producto regulado.
Esto dejó de ser así, para muchos. En años anteriores, recuerdo se cuadraban viajes hacia la playa o a la montaña con meses de anticipación, anhelando que llegara el momento para emprender el camino disfrutar en familia todas las cosas bonitas que nos da la naturaleza.
Todo esto pasa porque lamentablemente el sueldo mínimo no alcanza ni para un pantalón, mucho menos para costear una habitación en un hotel en otra ciudad, y debemos quedarnos en casa.
Ahora, cuando mucho podemos reunirnos un solo día con nuestros amigos y familiares más cercanos, mientras que los días restantes los aprovechamos para hacer colas, de manera que la plata pueda rendir.
Justamente el lunes pasé por la redoma de El Obelisco y habían atracciones para los niños, brinca brinca, castillos inflables, toboganes, regalos, entre otros.
Imaginé que esta fue la “fiesta” de carnaval que hicieron en Barquisimeto, y pienso que tal vez era lo más accesible porque todo era gratuito. El resto de las calles estuvieron vacías.
Los únicos lugares que no estuvieron vacíos fueron los supermercados y demás establecimientos comerciales, donde las personas madrugaron, y todavía cuando pasé por algunos que estaban en el este de la ciudad, se veían las colas en los estacionamientos y en las avenidas, aquellas personas desesperadas bajo el inclemente sol, esperando su turno para comprar. Como dijera un amigo mío “tremendos días de fiestas”.
Lo otro que vi, fueron grupos de muchachos “armados” con bombas de agua en las manos y bolsillos de pantalones, quienes se olvidaron de los problemas y se desahogaron jugando un poco, y uno que otro que abusaba sorprendiendo a cualquier hombre o mujer que pasara por la calle caminando y le lanzaba un par de bombas para no fallar.
En conclusión, los carnavales ya dejaron de ser igual que antes, cuando uno esperaba la fecha para disfrutar el gran “puente” en familia y conociendo otras ciudades, ya nada es igual.