El ojo del escorpión – La guerra de los alacranes…

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Dentro del régimen la lucha es feroz. Alacranes rojos aguardan el momento para atacar. El mundo corrompido de una ideología falaz los alimentó con el néctar petrolero; succionaron hasta dejar flácidas las carnes de un Estado al que expoliaron de manera inmisericorde y ruin.

Se ensañaron con la bestialidad de los mastodontes cuando abatían rivales en Eurasia hace veinte millones de años. Acérrimos enemigos de aquel que no cedía en su derecho a existir; tal como ocurre ahora con esta disparatada forma de observar el acontecer de una realidad que cambió.

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En medio del chavismo se escuchan los tambores de la guerra, es la supervivencia de una clase ante la imposibilidad de volver a conquistar el fervor mayoritario; sus probabilidades se han reducido al compartir una pequeña cueva en donde los celos no se soportan, se hicieron de fortunas incalculables que no pueden ocultar entre el veneno mortal de la ponzoña.

Casi es una batalla entre quienes fueron más astutos a la hora de desbancar a un país que en mala hora les creyó. La realidad venezolana los transformó en una casta despreciable; fueron exactamente iguales a todo lo que cuestionan de los demás. Hablan pestes del capitalismo salvaje; pues ellos son los artífices de una experiencia todavía más cruel. Bajo la mirada del socialismo como expresión de la redención de los pueblos depauperados de la tierra; el ejemplo hambreador del proceso nacional llevándonos hasta el abismo de la necesidad y el desabastecimiento más cruento del planeta.

Hemos vivido 17 años de un eterno cuento revolucionario. Los impolutos líderes de una revolución que vende a los cuatro vientos su compromiso con los pobres, es en realidad su peor pesadilla en la calle del infierno. En el fondo son los grandes enemigos de la democracia y el desarrollo venezolano.

No existe régimen en el mundo que persiga tanto a la inversión privada como la administración del presidente Nicolás Maduro. Cuando el otras latitudes como en China y Vietnam se hacen reformas para atraer la inversión de capital nacional y extranjero, aquí son acorralados. Incluso Cuba negocia con los Estados Unidos la devolución a sus legítimos dueños de todas las tierras y empresas que confiscó en las primeras décadas de la revolución; este es el primer paso y no exclusivamente Guantánamo, lo que no termina de abrir las compuertas para un pleno regreso de las relaciones entre los dos países.

Es la normalidad de un mundo que va tras los senderos de la democracia como sostén de todos los pensamientos. Con la postura del régimen rojo hemos acabado en el abismo sin la compañía de nadie. Hasta los más cercanos coincidentes ideológicos han comenzado a marcar distancia, es insostenible para ellos poder ser monaguillos de semejantes atrocidades en contra de la racionalidad política. Las solidaridades automáticas las detuvo la caída de los precios petroleros. Los gobiernos tarifados están lejos de poder ser satisfechos con un precio del hidrocarburo tan bajo. Les toca atravesar el desierto con la soledad de sus huesos al aire.

Ante este panorama solo les queda sobrevivir. Los arácnidos saben que la única forma que tienen es liquidando a su compañero, que antes que todo fenezca pueda salir de la cueva para disfrutar de lo que saquearon. El robo bestial que cometieron necesita de escasos testigos, casi de una sesión espiritista de pocos adeptos. Solo aquellos diestros en el manejo de la trampa podrán aguantar el temporal que se les viene. Ya el veneno se ajusta en las ponzoñas de los alacranes, son inaguantables  los momentos de compartir la orilla del pedregal; sobre un promontorio de estiércol el olvidado retrato del patriarca Hugo Chávez. Hace tiempo que el gigante se transformó en el enano multicolor; un simple personaje de un circo de carpa rota como su propuesta de socialismo.

Ya veremos a los alacranes destrozados en sus propias contradicciones, se acerca el momento de develarse la peor estafa al pueblo venezolano. El robo histórico de un proceso corrompido hasta los huesos…

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twitter @alecambero

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