Hace apenas dos meses y cinco días los ciudadanos venezolanos decidieron manifestar su voluntad de cambio de modelo político, económico y social, demostrando así, que el poder está dentro de todos y de cada uno de nosotros y que, cada vez que nos unimos podemos lograr objetivos prodigiosos que en algunas circunstancias parece que no pueden ser alcanzados. Todo logro hace minimizar las dificultades sorteadas.
Cuando los fatalistas pregonaban: “no podemos hacer nada”, la gran mayoría de los ciudadanos se volcaron y dieron votos de confianza a quienes aceptaron la responsabilidad de corregir el rumbo del país y de colaborar para enrumbarlo por caminos ciertos de prosperidad y bienestar social; comprometiéndose a ejecutar un acuerdo por el ambicioso proyecto de superar la crisis que ha destruido al aparato productivo de la nación, ocasionando un profundo trance económico y social; sin precedentes en la historia republicana de Venezuela y, es que no es necesario ser doctor en economía o ilustrado sociólogo, para darse cuenta de la difícil situación que nos aqueja; basta con darnos una vuelta por cualquier parte de la ciudad y analizar la situación de manera imparcial.
La inseguridad ha llegado a límites intolerables donde algunas comunidades han tenido que emigrar de su hábitat huyendo a la guerra desigual entre el hampa dotada de sofisticadas armas de guerra y ciudadanos indefensos. Cualquier hora es propicia para ser víctima de aberrados delincuentes ante quienes un par de zapatos vale más que la vida de una persona.
En la “Proclamación de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1.789) se destaca: La finalidad de toda asociación política es la conservación de los Derechos Naturales e imprescindibles del hombre. Estos Derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia al opresor”.
Algunos legisladores, motivados por ideologías fracasadas han distorsionado estos principios basados en una, supuesta y no definida, “Función Social” y, la mayoría de sus seguidores han apoyado esas tendencias sin analizar siquiera el fracaso de su imposición.
La Red de Instituciones Larenses, como foro de opinión, apolítico partidista, de pensamiento plural que es, constituye el escenario idóneo para asesorar a las políticas públicas que habrán de solventar las desviaciones que ocasiona la crisis.
Ahora, ha llegado el momento de pensar en lo que podemos hacer y establecer prioridades. Rescatemos la “Seguridad Jurídica” para vencer al desabastecimiento de alimentos y medicinas; pero también el desabastecimiento de insumos en todos los ámbitos del sector productivo; primario (sector agropecuario-producción de alimentos), sector salud, artesanal, pequeña, mediana y gran industria; sector transporte y de aquellos servicios que dependen de las decisiones del Estado. Paremos la depredación de las áreas productoras de agua y de… oxígeno.
Tenemos un porvenir asegurado si hacemos las cosas correctamente, las dificultades serán tan sólo recuerdos y, las necesarias experiencias para lograr el éxito; Venezuela ha sido privilegiada por el Todopoderoso y cuenta con los recursos naturales necesarios para sortear la tempestad.
Es obligatorio transformar las amenazas en oportunidades para construir el país que queremos. Es perentorio realizar planes y ejecutarlos, supervisarlos y controlarlos, con cariño y gratitud por está “Tierra Mágica”, por nuestros hijos, por todo aquello que amamos…
¡POR NUESTRO FUTURO!
