Los escenarios del país: Fin de fiesta, el derrumbe del petróleo

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La Venezuela de finales del siglo XIX era un país que vivía al margen de la dinámica impulsada por la revolución industrial.

Nuestra capacidad productiva no generaba algún insumo necesario para el engranaje económico de entonces.

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Nuestro debut en el escenario de la economía mundial comienza con el petróleo, aquel que brotó en los campos de Mene Grande en 1914, permitió nuestra inserción en la economía internacional, ya avanzado el siglo XX. Desde entonces, los mecanismos de la expansión capitalista y de la división internacional del trabajo nos han contextualizado como nación proveedora del insumo petrolero.

Las exportaciones del crudo comienzan en 1917, y diez años después estas exportaciones superan el ingreso que el café le suministra a la nación, iniciando una tendencia que ya no se revertirá.

Desde entonces, somos un país inmerso en una “cultura del petróleo”, que “…establece normas y crea una nueva filosofía de vida para adecuar una sociedad a la necesidad de mantenerla en las condiciones de fuente productora de materias primas” (Rodolfo Quintero: La cultura del petróleo. UCV. 1975)

Han sido más de 90 años en que el proceso de acumulación de capital en Venezuela ha estado determinado por la dinámica asociada a la industria petrolera.

La batalla global por el petróleo

Diversos factores han incidido para que el derrumbe de las cotizaciones internacionales del crudo, mantengan la tendencia bajista de los últimos 18 meses, en una fase de desequilibrio del mercado, creador de un nuevo panorama energético.

1. Del lado de la demanda: la desaceleración de la economía china, (el gran demandante de materias primas a nivel global) así como su transición hacia un modelo económico basado más en el consumo interno que en la manufactura, y la pesimista tendencia de crecimiento a nivel global, mantendrán deprimida la demanda en el mediano plazo.

2. Del lado de la oferta: el rol que juegan en la ecuación petrolera los nuevos grandes productores como Rusia, EEUU, Canadá, junto a la oferta natural proveniente de la OPEP, ha llevado a los analistas internacionales a prever la existencia de un largo ciclo de altos inventarios y sobreoferta en el mercado internacional, estimada en aproximadamente 1.6 millones de barriles diarios. El pasado 19 enero, la Agencia Internacional de Energía (AIE) estimaba que el mercado se ahogaría “en un exceso de oferta”, ante el anuncio de la reincorporación de Irán al circuito de exportaciones de crudo, creando un nuevo frente del lado de la oferta,en un delicado momento para el mercado petrolero.

3. La lucha por las cuotas de mercado: Los países de la OPEP representan hoy un tercio de la producción mundial de crudo. Su antigua capacidad productiva, les permitía actuar regulando la oferta e incidiendo sobre los precios, práctica común desde el contrachoque petrolero de 1986, en donde Arabia Saudita jugó un rol definitivo. Hoy la tendencia gira más en función del mantenimiento de las cuotas de mercado y de los intereses geopolíticos,que en la defensa de los precios.Las decisiones son influenciadas por el peso específico del Reino Saudita en reservas, volumen de producción y costos.

4. Las tasas de interés y la especulación: El alza de las tasas de interés de la Reserva Federal, que pudieran traducirse en alzas mayores a mediano plazo, encarece aún más el precio del dólar, afectando la deuda de los países productores de commodities. Existe además el elemento especulativo que ha permitido sobredimensionar los riesgos y las incógnitas, como un agregado adicional, que confiere mayor dificultad a la normalización de las cotizaciones.Ello es palpable en los mercados de Opciones y de Futuros, particularmente activos en el último mes.

Fin de fiesta!

Ante este escenario económico-financiero-político, Venezuela que ha perdido importancia relativa como país productor y exportador, pero que ha robustecido su petrodependencia, poco ha logrado para revertir el juicio de Rodolfo Quintero. Así, se observa cómo el Estado, propietario y administrador del recurso, luego de percibir y derrochar la mayor bonanza petrolera en la historia venezolana (850.000 millones US$ entre 1999 y 2014), nos enfrenta con la mayor crisis económica y social producida en el país, complejizada dramáticamente, gracias a la antigestión del equipo de gobierno más interventor, caótico e inoperante de que tengamos memoria, aferrado a un fundamentalismo político-ideológico arcaico, dogmático, obsesivo, que pretende hacer del país una especie de tierra arrasada, antes que corregir los entuertos.

El precio del petróleo, víctima de la dinámica global, y la construcción de una nueva realidad energética-ambiental, amenaza convertir nuestras reservas (la más grandes del mundo) en un relleno geológico sin probabilidades ciertas de aprovechamiento en términos de racionalidad económica-financiera, ya que su condición de crudos pesados, implica mayores costos operativos y altos requerimientos financieros para su explotación
Se diluye la bruma que oculta el espejismo de la Venezuela “potencia energética”, rimbombante cliché de los tantos diseñados por los laboratorios comunicacionales del régimen. No basta con enumerar nuestras “potencialidades” en cuanto a recursos y ventajas como una letanía repetitiva, en un obstinado intento por ensalzar las supuestas “bondades” de un modelo que ha demostrado hasta la saciedad su inoperancia.
Se acabó la fiesta. Es tiempo de cambios.

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