El poeta Rubén Darío, considerado el renovador de la poesía y de la prosa en español, ya no será sólo un símbolo de las letras en su natal Nicaragua. A partir del sábado, justo cuando se cumplen cien años de su muerte, se convirtió oficialmente en héroe nacional.
En una sesión extraordinaria celebrada el sábado en la iglesia donde reposan sus restos, la Asamblea Nacional le otorgó este título porque con “su pluma e intelecto como armas” defendió “la soberanía e independencia” de la lengua española, la cual “enriqueció con su verso y prosa”. Los parlamentarios también consideraron que el autor enriqueció el francés.
Darío falleció el 6 de febrero de 1916 en León, 90 kilómetros al oeste de Managua, a los 49 años y fue enterrado en la basílica de esa ciudad que este fin de semana se convirtió en el lugar central de los homenajes que se desarrollarán también a lo largo de este año en otros países iberoamericanos.
El presidente Daniel Ortega, que participó en un acto en la basílica el viernes por la noche, elogió su nivel literario universal y su compromiso por la paz.
“Hoy más que nunca Nicaragua está comprometida en la lucha por esa paz por la que clamaba Rubén en nuestro planeta”, afirmó.
Ortega añadió que es un honor para los nicaragüenses que el poeta, que luego fue reconocido en el mundo entero, formara parte de un pueblo humilde y luchador.
“Rubén nació en un rinconcito, ahí en Metapa; Rubén llegó después a León… y luego Rubén voló por todo nuestro planeta, sigue volando y seguirá volando en la conciencia y en el alma de todos nuestros pueblos”, añadió.
Desde principios de año, el gobierno de Nicaragua ha desarrollado diversas actividades en homenaje a Félix Rubén García Sarmiento, Rubén Darío, nacido el 18 de enero de 1867 en el municipio rural de Metapa, hoy Ciudad Darío, en el norte de Nicaragua, y quien es considerado el gran innovador de la poesía en castellano del siglo XX.
Darío lideró muchos movimientos literarios en Argentina, Chile, España y Nicaragua y es considerado el padre del modernismo en Iberoamérica, que se inició con su obra Azul —una recopilación de poemas y prosas escrita durante su estadía en Valparaíso, Chile, entre 1886 y 1888.
El autor de Prosas profanas, escrito en 1896, también fue periodista y diplomático nicaragüense, escribió artículos periodísticos sobre España, Francia e Italia y tuvo contacto cercano con grandes poetas españoles como Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado.
En uno de los seminarios en su honor celebrado este año, el director de la Real Academia Española, Francisco Darío Villanueva, afirmó que su obra fue absolutamente trascendental para la literatura mundial —lo que ubica a Darío en la estela de la máxima figura del idioma castellano, Miguel de Cervantes.
El escritor Sergio Ramírez, quien fue laureado con el Premio Alfaguara con su novela Margarita, está linda la mar —relacionada con la vida de Darío— y es uno de los literatos más reconocidos del país, lo consideró su maestro indiscutible.
“Es un maestro de la lengua, alguien que me enseñó el instrumento de mi oficio, a renovarlo, a cambiarlo”, comentó a periodistas del portal Centroamérica Cuenta. “El legado de Darío está presente en la lengua hispanoamericana, en las nuevas generaciones de poetas, de los que intentan escribir por primera vez, ahí está esa presencia invisible, pero muy efectiva y definida”.
Sin embargo, pese a las lecturas promovidas este año, a los simposios o al relanzamiento de alguna de sus obras, literatos como Ramírez o la escritora Gioconda Belli se han pronunciado públicamente por promocionar más la obra del más grande de las letras nacionales para que todos los nicaragüenses conozcan sus escritos y no sólo su nombre.
El Banco Central de Nicaragua pondrá en circulación el próximo lunes una serie de monedas conmemorativas de la efeméride, mientras que en el VII Congreso Internacional de la Lengua Española, que se celebrará en Puerto Rico del 15 al 18 de marzo de 2016, se presentará una edición conmemorativa de Prosas profanas, Cantos de vida y esperanza y Tierras solares.