#RevistaGala Cupido: ¡Dios del amor travieso y ciego!

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“Yo soy el dios poderoso en el aire y en la tierra, y en el ancho mar undoso y en cuanto el abismo encierra en su báratro espantoso. Nunca conocí qué es miedo; todo cuanto quiero puedo, aunque quiera lo imposible, y en todo lo que es posible mando, quito, pongo y vedo”. -Capítulo XX de la segunda parte de Don Quijote de La Mancha. Miguel de Cervantes.

Aunque es mundialmente conocido como Cupido, para los más poetas, sobre todos los latinos, este hermoso querubín que armado con arco y flecha anda por allí entrelazando corazones, es sencillamente llamado “Amor”, una palabra que por estos días se pone aún más en boga, un sentimiento que para muchos es responsabilidad de este famoso y encantador personaje que hoy dejamos al descubierto para ustedes, nuestros fieles y enamorados lectores.

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Según la mitología romana, este bebé alado es, nada más y nada menos, que el dios del deseo amoroso y, según la versión más difundida, es fruto de la unión entre Venus, la diosa del amor, la belleza y la fertilidad; y Marte, el dios de la guerra, razón por la cual al unir las dos características principales de sus padres, a Cupido se le representa como una criatura que, a pesar de ser hermosa y de apariencia tierna, tiene los ojos vendados y está armado con arco, flecha y aljaba, y cuyo equivalente en la mitología griega es Eros.

Dicen los expertos que su nombre, Cupido, es un vocablo latino cuyo significado está directamente relacionado con el deseo y que pasó sin variación alguna del latín al español, mientras que, con respecto a su nacimiento, existen diversas versiones de acuerdo a los más famosos filósofos y escritores romanos, entre las que destacan la de Séneca, quien asegura que es hijo de Venus y Vulcano; la de Cicerón, quien afirma que serían al menos dos cupidos, uno violento y caprichoso hijo de la Noche y del Erebo, y otro suave y deleitoso hijo de Júpiter y Venus. Sin embargo, la versión más extendida, aceptada y popular aún en la actualidad, indica que Cupido es la descendencia de Venus y Marte, teoría que se cree proviene del poeta lírico griego Simónides de Ceos.

Y nació el dios del amor…

Cuenta la mitología que Cupido nació en Chipre, al igual que su madre, quien tuvo que ocultarlo en el bosque para que lo amamantaran bestias salvajes que sólo con él eran dóciles, pues temía que Júpiter, quien había amenazado con matar al niño para prevenir todo el mal que podía hacerle a la humanidad, acabara con su vida al nomás nacer. Sin embargo, el destino permitió que Cupido se mantuviera a salvo y se hiciera un ser hermoso como su madre y audaz como su padre, pero incapaz de ser guiado por la razón. Al crecer, elaboró con sus propias manos un arco y flechas con madera de fresno y ciprés respectivamente, hasta que Venus le hizo un especial regalo: Flechas con punta de oro para sembrar amor y otras con punta de plomo para infundir olvido e ingratitud.

Tiempo después, al ver que Cupido no crecía ni maduraba, la madre consultó con el Oráculo de Temis, quien le dijo que el amor no podía crecer sin pasión, palabras que sólo comprendió cuando nació su hijo Anteros, dios de la pasión y el amor correspondido, y quien cuando andaba unido a su hermano mayor lograba transformarlo en un joven hermoso, pero cuya separación producía que Cupido volviera a ser un pequeño niño con los ojos vendados que representaba al amor travieso, ciego y pasajero.

Cupido y Psique

Según el escritor romano Lucio Apuleyo, en su obra El Asno de Oro, Psique, la hija menor y más hermosa de los reyes de un reino lejano, era la representación del alma y la dueña de una belleza tal que, además de ser comparada con la mismísima Venus, logró cautivar al joven Cupido, quien al verla quedó perdidamente enamorado de ella. Juntos, vivieron una historia de amor y pasión que desencadenó celos en las hermanas mayores de la princesa e ira en su suegra, quien al ver a su hijo devastado de dolor por una separación temporal decidió imponer a Psique infinidad de terribles misiones y arduas tareas que debía cumplir si quería ser perdonada y recibida entre los dioses, castigos que la valiente Psique aceptó y tras sufrir desgracias e infortunios, finalmente logró satisfacer la voluntad de Venus y contraer matrimonio con su amado Cupido, quien la rescató de las garras de la muerte una vez sanado su desamor.

Así, la romántica historia de amor llegó a su fin con una boda digna de los dioses, la admisión e inmortalización de Psique y el nacimiento de las tres gracias: Voluptas, la Gracia de la Voluptuosidad; Castitas, la Gracia de la Castidad; y Pulchrito, la Gracia de la Pulcritud.

“El amor no ve con los ojos, sino con el alma, y por eso pintan ciego al alado Cupido. Ni en la mente de Amor se ha registrado señal alguna de discernimiento. Alas sin ojos son emblema de imprudente premura, y a causa de ello se dice que el amor es un niño, porque en la elección yerra frecuentemente. Así como se ve a los niños traviesos infringir en los juegos sus juramentos, así el rapaz Amor es perjuro en todas partes” William Shakespeare

“Cupido fue precisamente el nombre que el poeta romano Virgilio, en su famosa obra La Eneida, le asignó al pequeño dios hijo de Venus”

“A Cupido se le concedió el poder de que ni los hombres ni los dioses, ni su propia madre ni aún su propio pecho, fuesen inmunes a las heridas que produjeran sus flechas”

 

 

 

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