Neri Carvallo, el poeta sublime de los himnos

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Desde los primeros años de la infancia Neri Carvallo Barragán fue cautivado por los libros. Los primeros tres años y medio de vida los vivió con su mamá María Alejandrina Barragán en su natal Yaritagua, Yaracuy.

A los tres años y medio se fue a vivir a la casa de su padre Pablo José Carvallo. Al llegar a su nuevo hogar en 1945 y siendo casi un bebé quedó cautivado por la biblioteca que el padre tenía, eran unos 160 ejemplares aproximadamente. Hoy tiene 73 años, una mirada profunda, cabellos y bigotes plateados, verbo fluido y trato amable característico de los docentes. El tiempo ha dejado huellas en su rostro de piel trigueña en el cual se asoman algunas arrugas. Viste camisa a cuadros amarillos con gris que hace juego perfecto con el pantalón gris oscuro. Luce mocasines marrones y correa del mismo color.

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Ese delirio por los libros desde la niñez dio sus frutos porque actualmente tiene 10 concursos nacionales de himnos ganados entre ellos el de la Fiscalía General de la República en 1984 que se mantiene actualmente. Otras 12 instituciones le han pedido que escriba sus himnos, para sumar 22.

Y es que a los doce años cuando tuvo un poco de libertad para meterle manos a aquel “tesoro literario” empezó a leer compulsivamente. Entre sus textos favoritos estaban El Quijote de la Mancha, ilustrado por Doré, artista español, además de las obras de Manuel Vicente Romero y Rómulo Gallegos. La adolescencia la pasó devorando obras literarias y a los 17 años empezó a escribir poemas. El primero se lo dedicó al ajedrez.

Cuando terminaba el bachillerato decidió que quería estudiar medicina en Caracas, su padre compartía ese deseo, pero sus anhelos y los del papá se frustraron porque la familia no tenía los medios económicos para enviarlo a la capital. Se inscribió en lo que para entonces era el Instituto Pedagógico Experimental Barquisimeto, cuya sede quedaba al lado del Teatro Juares. La UCLA aún no había abierto sus puertas.

En 1969 se graduó como profesor mención Biología y Química en la primera promoción. “Estudié esa especialidad porque era lo más parecido a la medicina en esa universidad. Mi padre decía que quería tener un médico en la familia y yo también quería serlo, pero no ocurrió”.

En medio de los estudios universitarios descubrió una tercera pasión: Componer himnos para instituciones. Tocaba darle rienda suelta al verbo adquirido con aquellas lecturas juveniles en Yaritagua, que le dieron también la destreza para escribir más de 2.200 poemas hasta la actualidad. Por esa misma época, a los 21 años se casó, tuvo tres varones: Pablo, Rosmer Darío y Neri Carvallo, quien cumplió el anhelo familiar al graduarse de médico endocrino.

Antes del matrimonio había tenido a su primogénita: María de los Ángeles Carvallo. Tiene un hermano: Ottón Carvallo, destacado docente de Química y Biología; y escritor como él, que actualmente se desempeña como director del Colegio Santa Lucía de Yaritagua.

Neri Carvallo Barragán sostiene que a los 35 años escribió su primer libro serio El Adiós que Regresa, editado por el Congreso Nacional en 1977; sería el primer poemario de otros doce, de los cuales cuatro están sin editar.

Visión y pensamiento

Cree que el poeta debe tener tres sentimientos: el poético, heróico y de expresión. Sobre las letras de los himnos piensa que deben tener cadencia, musicalidad y ritmo; de manera que al ponerle la música no se haga difícil. “El himno debe tener aliento espiritual que eleve el sentido de la entidad para la cual se hace”.

Su fórmula para escribir himnos es la mezcla de la rima consonante y de singulares y plurales; aliento espiritual, musicalidad y un alto contenido ideológico.

De la poesía piensa que nunca podría definirla porque esta es ilimitada y definirla sería limitarla. “Se puede definir el cómo hacerla lo que llamamos el ars poético, pero nada más.

Algunos insisten en la poesía formativa, otros en la formación de ideas como los que escriben a la patria o libertadores y hay quienes crean imágenes como Vicente Huidobro cuando escribe -un pájaro anida en el arcoíris-. Yo he tratado de combinar las tres”.

Está convencido de que el propósito de la poesía tiene que ser crear belleza. “Cada poeta es un pequeño Dios, porque toma del mundo exterior impresiones y vivencias y las convierte en otra cosa. Es un comunicador por excelencia porque transmite a los demás aquello que a él le está permitido ver y usa todos su talento, porque para el poeta todo es válido: Una estrella, una roca o un átomo”.

Es consciente de que algunos lectores buscan belleza en la poesía y recuerda a un chino-norteamericano de nombre Lin Yutang quien escribió La Importancia de Vivir, quien expresaba que la mitad de la belleza está en el objeto y la otra mitad en el observador.

“Andrés Eloy Blanco decía que el poeta no podía escribir todo lo que siente. En su poema Paráfrasis del Poeta exponía: Nunca te des por entero, da la mitad en un grito, vive puliendo el milagro de tu gran poema en ti. Que hermosos son nuestros versos antes de haberlos escritos y como al darle la forma los mutilamos así”.

“Andrés Eloy continúa: Yo no comprendo al que venga desde su punto de vista, el llanto de mi estrofas nunca bajó hasta el papel, lo más bello de la obra se queda con el artista y si otro no lo comprende yo no lo comprendo a él”.

De Andrés Eloy Blanco piensa que fue un grandísimo poeta, muy mal valorado por los críticos frustrados de ayer y de hoy. “Lo recuerdan solo por sus poemas populares, pero fue un magnífico poeta”.

Cree que en la actualidad hay un amplio porcentaje de la juventud que siente gran inclinación por la cultura, las artes y los acontecimientos humanos. Piensa que el problema de la cultura con los jóvenes es que la acción de éstos es silenciosa y por eso no tienen repercusión en los medios porque ellos mismo no promocionan su arte. “A los jóvenes les digo que salgan del silencio y promuevan sus valores porque hay medios impresos como EL IMPULSO que recogen esas inquietudes”.

Siempre lleva consigo un papel y un bolígrafo porque sostiene que la poesía siempre está con él y literalmente es así porque asegura que tiene memorizados con puntos y comas más 160 poemas, muchas de esos versos memorizados seguramente servirán para escribir su próximo himno, el del municipio Independencia en Yaracuy y seguramente esos versos archivados en su mente le servirán también de inspiración para escribir varias decenas de otros poemas.

Sobre él

Actualmente es director del Colegio San Vicente de Paúl, desde el año 2009.

Antes fungió como subdirector de esa institución desde el 2005. También fue profesor en ese colegio por muchos años.

Tiene más de 30 años de jubilado.

Fue jefe de la Zona Educativa de Yaracuy de 1970 a 1980.

Secretario de gobierno de la Gobernación de Yaracuy entre 1980 y 1981

Fue diputado al Congreso Nacional entre 1981 y 1982.

Miembro activo de la Comisión de Educación y Deporte del Congreso Nacional.

Escribió los himnos de la Facultad de Ingeniería de la UCV, Universidad Yacambú, municipio Peña, Colegio de Abogados de Nueva Esparta, del Hogar Canario-Larense y otros muchos más.

 

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