El presidente de la República Nicolás Maduro dice que “Venezuela vive estragos de la guerra económica” y recientemente hizo un llamado a la unión cívico-militar como estrategia para detenerla, declarando el estado de emergencia en Venezuela durante 60 días o más, decretado en la Gaceta Oficial y rechazado en la Asamblea Nacional.
Junto a Diosdado Cabello y el resto de la tolda psuvista lloran por el retiro de los espacios del parlamento nacional de las imágenes del Libertador Simón Bolívar, las del fallecido presidente Hugo Chávez y del actual mandatario, y lo califican como una ofensa al pueblo de Venezuela.
Diosdado Cabello se irrita porque la Ley de Amnistía podría desencadenar cambios negativos, y cuestiona por todos los rincones las actuaciones anunciadas por el nuevo Senado.
El presidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup, le sacó la lengua al diputado oficialista Ramón Lobo, quien al parecer lo interrumpió varias veces durante la sesión del viernes 15 de enero.
Pero en ningún momento, a ninguno de los dos bandos se le ha escuchado debatir medidas o leyes para acabar o chocar con furia a la delincuencia en el país.
¿Será que el aspecto malhechor representa alguna utilidad en la sociedad venezolana?
Todos tenemos un concepto negativo sobre los parásitos. Muchos los consideran sumamente repulsivos, aunque proveen cierto beneficio, pues se dice, pueden curar enfermedades autoinmunes.
Las moscas forman parte de casi todos los ecosistemas en los hábitats terrestres. A pesar de su parte negativa son muy elementales en el consumo y eliminación de los cadáveres de animales.
Sin ratas, cucarachas y otras plagas serían nulas las casas de fumigación. Y sin asaltantes, narcotraficantes, criminales y forajidos de cuello blanco, no existirían bufetes de abogados penalistas.
Casi todos nosotros hemos escuchado, en algún momento de nuestras vidas la frase: «Es un mal necesario», argumento muy bueno en el que se excusa algo perjudicial solamente porque «pudiera» llevar consigo una «buena» consecuencia.
¿Qué pasaría con los empleos en los cuerpos de seguridad si la delincuencia fuese erradicada?
Básicamente es así. La humanidad necesita el bien y el mal para complementarse.
Bolívar dijo que «La impunidad de los delitos hace que estos se cometan con más frecuencia: Al fin llega el caso en que el castigo no basta para reprimirlos».
Venezuela es un inmenso teatro donde se mueven bandas organizadas, pandillas callejeras, tribus urbanas o simples maleantes que han decidido ganarse la vida traficando drogas, robando carros o atracando.
¿Por qué un gobierno, por demás militarista que parece un carrito chocón no le declara la guerra sin cuartel al hampa? Resulta extraño.
¿Por qué un gobierno que encarcela a la jueza Afiuni, le aplicó una pena cruel e injusta a los comisarios, tuvo preso a Baduel, mantiene entre rejas a Leopoldo López, a Manuel Rosales, Antonio Ledezma, y muchos otros políticos y dirigentes estudiantiles, no combate a los bandidos? También resulta extraño.
¿Quién sería el perdedor si el crimen desapareciera? ¿Quién acude a la receta del mal necesario?
Reflexionemos mientras se pelea si el retrato reconstruido de Bolívar, el de Chávez o el de Maduro deben o no estar en el Parlamento.
