Una vez más, la forma como algunos uniformados de la llamada Guardia del Pueblo actúan en las colas que mujeres y hombres están resignados a hacer en los alrededores de automercados para adquirir artículos de primera necesidad, provocaron conatos de desórdenes en uno de ellos.
Ocurrió en el Centro Comercial Las Trinitarias, donde, diariamente, miles de personas madrugan con la esperanza de comprar harina precodida, margarina, aceite, azúcar, arroz o artículos de limpieza.
Cerca de las diez de la mañana, quienes estaban en la cola desde la madrugada, se percataron del ingreso al centro comercial, supuestamente con la anuencia de los uniformados encargados de mantener el orden, de un grupo de recién llegados.
Inevitablemente las protestas no se hicieron esperar, pero, de acuerdo a varias amas de casa, los uniformados, en vez de ordenar el ingreso de los compradores, supuestamente, arremetieron verbalmente contra ellos.
“Esos guardias no saben tratar a la gente; no toman en cuenta las horas que uno pasa en la cola pa’ comprar unas cositas y lo que hacen es insultarlo a uno, como si fuéramos animales”, expresó una señora que sólo dijo llamarse Francisca.
“Yo llegué a las cuatro de la mañana y esta es la hora (10:30 a.m.), en que estoy saliendo, porque los guardias dejan entrar a los que llegaron de último, y los empleados del supermercado meten también grupos de familiares, y cuando pude entrar no encontré toallas sanitarias porque todas se las habían llevado ya”, denunciaba una joven señora.
Otra manifestó que eso ocurre diariamente y nadie hace nada por acabar con la irregularidad, en la que, presuntamente, “también están involucrados algnos empleados del establecimiento que ingresan familiares sin hacer colas, además de que otros, descaradamente, sacan los carritos llenos de productos delante de las personas en las filas”.
Prohibido pedir explicaciones
La periodista Diana Moreno, de la redacción de EL IMPULSO, era una de las que habían llegado temprano para formar la cola necesaria a fin de ingresar al centro comercial, pero, viendo que los guardias nacionales demoraban mucho en pedir las cédulas para dejar pasar a los compradores, incluyendo a discapacitados y personas de la tercera edad, pidió explicaciones a uno de ellos, teniendo como única respuesta su retención durante unas tres horas, primero en el mismo comercio y luego en la sede de la unidad, en Santa Elena.
Refirió que lo único que hizo fue pedir una información y preocuparse por el maltrato verbal del uniformado hacia un señor discapacitado.
Le llamó la atención que junto a ella estaba un joven, también en condición de “retenido”, pero como ella se identificó como periodista, a su compañero de infortunio lo dejaron libre y a ella la trasladaron a la sede de la unidad en una patrulla.
Dijo que allí, el jefe de los servicios le trató con amabilidad, como debe ser, y luego de aclararle que no estaba detenida sino “retenida” y pedirle refiriera lo sucedido y firmar una acta de no haber sido tratada con violencia, física o verbal, le permitieron recobrar su libertad.
“Espero que ningún otro ciudadano sea objeto de algún tipo de arbitrariedad, mucho menos un periodista ejerciendo su deber como ciudadano, como me ocurrió a mi”.
De lo ocurrido con la periodista Diana Moreno se tuvo conocimiento en el Consejo Legislativo, concretamente a través del diputado Filiberto Peña Canelón.
También el Ipys y el SNTP se pronunciaron a través de las redes sociales por esta retención preventiva.