Los resultados trimestrales de las multinacionales petroleras se hunden al mismo ritmo que la cotización del barril y, a falta de perspectivas de repunte a corto plazo, su única respuesta es seguir apretándose el cinturón, afirman los expertos del sector.
«Dudo mucho de que haya una recuperación en 2016», afirma Christopher Dembik, economista de Saxo Bank.
El gigante angloholandés Shell anunció el jueves que sus ganancias anuales se habían dividido por siete en 2015, a 1.939 millones de dólares, frente a 15.000 millones en 2014.
Su caso dista de ser excepcional: los beneficios de la compañía estadounidense ExxonMobil se dividieron por dos, en tanto que la británica BP y la noruega Satoil cerraron en rojo.
La estadounidense Chevron registró por su lado en el periodo octubre-diciembre su primer resultado trimestral negativo en trece años.
El francés Total revelará sus resultados anuales el 11 de febrero, pero su presidente Patrick Pouyanné ya dejó entender que el retroceso podría alcanzar un 20%.
Difícil evitar el marasmo, cuando el precio del barril tuvo en 2015 una depreciación del 47% (negociándose a un promedio de 52 dólares) y de más de 70% desde junio de 2014, llegando a cotizarse en enero a menos de 30 dólares.
El derrumbe se debe a un exceso de oferta, provocado por la voluntad de la OPEP, liderada por Arabia Saudí, de expulsar del mercado a los productores de hidrocarburos de esquisto estadounidenses.
«Arabia Saudí no tiene ningún motivo de cambiar de estrategia. Es una estrategia de petróleo barato. No creo que hayamos tocado el piso, aunque debería haber una estabilización en torno a 30 dólares el baril», asegura el economista de Saxo Bank.
Para resistir, la receta es conocida: recortar gastos, recortando aún más las inversiones y las plantillas. El sector ya suprimió decenas de miles de empleos.
Según el organismo de investigación francés Energies Nouvelles, las inversiones en exploración y producción se redujeron un 21,1% en 2015, a 539 millones de dólares, y deberían tener un repliegue suplementario de 10% este año.
El sector de derivados, el más afectado
Los observadores piensan que esos ajustes son indispensables para evitar que las actividades de refinado, que se benefician del bajo precio del barril y compensan las pérdidas de exploración y producción, se vean afectadas a su vez por el exceso de capacidades.
Pero esa compensación no podrá de todos modos mantenerse por mucho tiempo.
«Funcionó bien en 2015 y podría funcionar en 2016. Pero el refinado es actualmente un elemento esencialmente coyuntural. A largo plazo, será insuficiente para limitar el impacto sobre los resultados», explica Christopher Dembik.
Las empresas tienen aún cierto margen de maniobra para reducir costos, afirma Alexandre Andlauer, analista de AlphaValue.
«Hay aún un potencial de reducción», indica, citando el caso de Shell, donde el coste salarial promedio de los 94.000 operarios se elevaba en 2014 a 214.000 dólares.
Pero ninguno de esos grupos, exceptuando al italiano Eni, se ha decidido hasta ahora a reducir los dividendos, aunque algunos -como el francés Total- estudia pagar los dividendos en acciones, a fin de reducir las salidas de dinero en efectivo.
«Desde un punto de vista industrial, es preocupante», porque el recorte de las inversiones reduce las perspectivas de producción y por lo tanto los ingresos futuros, apunta Andlauer.
Las perspectivas tampoco son buenas para las actividades que dependen de esa industria, afectadas por la caída de la demanda de sus equipos y servicios.
Esa actividades «funcionan un poco como la variable de ajuste del sector, y entonces la presión se acentúa», dice Christopher Dembik.
Según Energies Nouvelles, la actividad del sector geofísico se hundió un 28% y la de perforación un 27% en 2015. La tendencia debería mantenerse este año, con caídas de 10% y 6% respectivamente.