El tema de moda hoy, en boca de todos los venezolanos, son las cárceles.
Resulta que tiene que suceder un escándalo horroroso para que volteemos la mirada “hacia ese lugar” que sabemos que existe, sabemos que es un infierno, sabemos que está muy muy pero muy mal, pero nadie hace nada.
Vamos a ser objetivos, hay que decir la verdad, vamos a hablar claro, por ejemplo en Uribana los privados de libertad comen comida en mal estado, no hay clasificación de la población, los familiares pasan duro trabajo, horas en cola para poderlos visitar. Todo se les restringe; qué están allí por algo, si es verdad, pero no es menos cierto que nadie merece que se le viole la dignidad y menos el Estado venezolano.
Cómo pretenden lograr la reinserción social, la rehabilitación, si son objeto de todo tipo de abuso. El 30 de este mes cumplo 19 años de graduada de abogada y son los mismos problemas de siempre: hacinamiento, violencia intramuros, corrupción de los funcionarios, ingreso de armas y drogas, entre los más cacareados, y me pregunto: ¿por qué no se ha podido resolver? Me respondía que era tal vez porque los penados no votaban, por eso no le interesaban al gobierno de turno, no eran clientes políticos.
En mi desempeño como defensora pública tuve el honor de ser una de las primeras defensoras con competencia penitenciaria, realizaba por mí misma investigaciones sociales sobre los problemas que encontraba y así recorrí varios centros penitenciarios del país y me encontré con uno atípico, en el cual había ocurrido sólo un hecho de violencia en el año 2007; este recinto era la denominada Mínima de Tocuyito (estado Carabobo), que está ubicada detrás de la que se observa desde la autopista, y el hallazgo del por qué de este fenómeno fue que allí sí había clasificación de la población, estaban recluidos los penados a menos de seis años.
Quiere decir que esto sí da resultados positivos. Resulta que en casi ninguna de nuestras cárceles hay clasificación de la población, es decir conviven los penados, condenados o sentenciados con los que aún están en proceso, es decir sin recibir sentencia definitiva, sin importar reincidencia, gravedad del delito cometido, edad, y esto viola los DDHH, debido a lo cual, también siendo defensora pública introduje un recurso de amparo ante la Sala Constitucional del TSJ, el cual fue declarado sin lugar por el ponente magistrado Rondón Haaz, ya que lo solicité como representante de los penados y él consideraba que la lesión la sufrían los procesados, siendo que en ese entonces los procesados duplicaban en número a los penados.
De verdad que es decepcionante. También presenté un proyecto ante la Defensa Pública en Caracas y nunca tuve respuesta, entonces ¿de qué se sorprenden? Sin entrar a profundizar el terrible, grave, evidente, grosero, horrible, problema del retardo procesal, que existe en todos los tribunales penales del estado Lara, no se abren juicios del 2015 porque son muy “nuevos” y están pendientes los juicios de los años 2010 y siguientes; por ejemplo, los actos se difieren, esa es la regla, la excepción es que se realicen. Es un problema que nadie quiere resolver, porque de que tiene solución la tiene.
Y no sigo escribiendo porque no terminaría nunca. Si alguien a quien le importe el país lee estas líneas y tenga posibilidad, la iniciativa, la responsabilidad de hacer algo, hágalo por favor, porque esos seres humanos que están encerrados allí, violentados en su condición humana algún día van a salir con odio, con resentimiento, sin esperanza. No sé cuantas veces he escuchado la palabra “humanización penitenciaria”, qué hipocresía más grande. Hay un dicho qué dice; si quieres conocer un país, conoce sus cárceles. Triste realidad.
