Una vez más el destino parece evidenciar la certeza de las palabras del Dr. Juan Pablo Pérez Alfonso quien exclamaba, casi desesperadamente: ¡Debemos sembrar el petróleo!
Venezuela acaba de atravesar por una de las bonanzas más extraordinarias de la historia del globo terráqueo. Parecen auditables, las inmensas cantidades de dinero que entraron al país en los quinquenios anteriores. La expansión del mundo industrializado, especialmente, de los países denominados los “Tigres Asiáticos” creó un alza en los precios del petróleo qué, jamás se había imaginado. Lo que parece inaudatible es el destino que se dio a esa inconmensurable masa monetaria.
Con profunda preocupación vemos que al país le rondan fantasmas: “El de las malas políticas económicas y el de la corrupción”, mientras, la delincuencia se agrava y crece de manera descontrolada, amparada por la inoperancia de la justicia o de la impunidad. Esto, lo hace presumir la noticia crimine que cuantifica las muertes por homicidios al año en cantidades que superan las 25.000 muertes, ante lo cual los ciudadanos comunes nos preguntamos: ¿Dónde están los criminales?
Los diputados a la Asamblea Nacional recién electos, amparados en el respaldo que les dan los ciudadanos que le eligieron, deben actuar a paso firme y seguro, asumiendo determinantemente, la autoridad que se les otorgó.
Es imperiosa la búsqueda de implementar soluciones que paren la crisis que enfrentamos, y proteja los ciudadanos, sobre todo a los honestos, en lucha desigual, que ha creado, entre el hampa común y la organizada dotada con armas de última generación, contra honestos ciudadanos desarmados.
“Nuestros derechos terminan donde comienzan los derechos de los demás”. Viejo principio legal. Y, pregunto: ¿Dónde deja sus Derechos Humanos quien con saña, premeditación, alevosía y ventaja quita la vida a una persona o está dispuesto a quitársela? Quien atraca a mano armada, no está dispuesto a hacer reír a nadie… “Está dispuesto a matar”.
La sensatez nos grita a la cara: “Se tiene que estimular la producción”.
Es la forma de evitar un colapso total. El gobierno debe rectificar, reconocer los errores, e implementar los aciertos. El sector privado ha demostrado estar dispuesto a reactivar la economía productiva, puesto que, esa, es su razón de ser.
Tenemos el talento probo necesario y suficiente; el país dispone de recursos otorgados por la “Benevolencia Divina” en cantidades más que suficientes; disponemos de bienes y servicios y de la infraestructura necesaria para reactivar el aparato productivo. Cualquier persona, en su sano juicio, se puede preguntar: Entonces ¿qué falta?
Saquen sus propias conclusiones.
Si el sector gubernamental está dispuesto a rectificar se evitará el colapso, sino, esperemos que las situaciones que se presenten sean lo menos traumáticas posible para la población, especialmente, para los más necesitados.
Venezuela, no merece llegar al punto de quiebre porque dispone de los bienes materiales necesarios y los venezolanos desde siempre hemos sabido eludir las vicisitudes negativas superándolas con creces.
La Red de Instituciones Larenses, como organización de pensamiento plural que agrupa a la estructura social idónea para apuntalar al gobierno en acertadas decisiones, está dispuesta a colaborar aportando el talento necesario para sacar al país de la grave crisis que enfrenta; en un ambiente de respeto mutuo y, sí y sólo sí, se trabaja con la verdad como escudo.
