Iglesia, inclusión y doctrina social

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“Denunciar atropellos a los derechos humanos, situaciones de explotación o exclusión, carencias en la educación o en la alimentación, no es hacer partidismo. El Compendio de Doctrina Social de la Iglesia está lleno de denuncias y no es partidista. Cuando salimos a decir cosas, algunos nos acusan de hacer política.

Yo les respondo: sí, hacemos política en el sentido evangélico de la palabra, pero no partidista. La Iglesia debe estar acompañando el desarrollo de los pueblos: el existencial, el moral, el humano con todo su nuevo potencial. Tiene que hacerlo crecer en humanidad porque en el fondo, el hombre es objeto de la Revelación de Dios, imagen de Dios. Como cristianos, no podemos abjurar de esa concepción, ni negociarla”… Papa Francisco.

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Las anteriores palabras del Papa Francisco vienen a reforzar la posición de un grupo de laicos pertenecientes a la arquidiócesis de Barquisimeto, quienes suscribieron un documento en apoyo a monseñor Antonio López Castillo por críticas de sectores oficialistas ante palabras pronunciadas por monseñor invitando a los corazones y mentes de quienes actualmente gobiernan, para llamarlos a la reflexión y corrección de errores securalizantes en la manifestación de la Doctrina Social de la Iglesia.
No cabe duda que las declaraciones de monseñor López Castillo son la valiente defensa de un Buen Pastor, que ve a un pueblo oprimido en condiciones extremas, y no merece ningún intento de infamia y el uso de epítetos abyectos.

Cuando el Papa Francisco pronunció o escribió las palabras que inician este escrito, no estaba pensando exclusivamente en la situación de Venezuela, estaba actuando como un Buen Pastor de la iglesia, y tiempo después otro Pastor de nuestra patria, pronuncia palabras similares, sin haberse seguramente encontrado y tratar sobre el tema, sino que es la voz universal de pastores en contra de la opresión.

En Venezuela, país con tanto recurso y riqueza natural, deberíamos vivir como en un paraíso y no en la situación catastrófica que estamos atravesando, consecuencia de malas políticas y la llegada al poder de personas avaras y llenas de codicia cuyo principal fin es llenar sus arcas familiares, poseedores de una dialéctica capaz de engañar buena porción ciudadana y crear falsas expectativas de igualdad social.

No pertenezco a ningún partido político ni corriente ideológica, simplemente opino como un ciudadano que sufre las consecuencias del sectarismo, la mezquindad, la idolatría humana y de todos los factores distorsionantes de los diferentes ordenes sociales que atentan contra la Dignidad Humana.

La Iglesia y sus pastores buscan un lugar de mediación entre Dios y los hombres para que éstos practiquen la concordia y la comunión y que su corazón se despoje de todo interés mezquino.

En este momento de crisis política, social y económica, Venezuela necesita una actitud de reflexión y corrección de errores de la parte gobernante y una capacidad de diálogo entre gobierno, empresariado, trabajadores y pueblo en general, respetando los acuerdos a los que se llegue, sin tratar de imponer condiciones que favorezcan a un determinado sector, como se está haciendo con decisiones del Tribunal Supremo de Justicia escogido a última hora por la Asamblea saliente para favorecer al gobierno y desconocer lo que el pueblo decidió el seis de diciembre.

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