El pasado año causó grata sorpresa la edición de un libro incunable en estética, fotografía y lenguaje, que en todos los órdenes merece premios.
Su título es Hacienda El Tunal, recoge la vida de Alejo Hernández, con su empresa Hacienda El Tunal C.A., y demuestra según sus propias palabras: “En este país se puede producir todo”. Obra que describe la conversión de una tierra desértica en un emporio. Proyecto ejecutado en propiedad privada y puede considerarse como ejemplo para sacar al país del atolladero económico.
En Venezuela no existían referencias de un proyecto similar en zonas áridas, ni siquiera una idea al respecto; menos en el estado Lara, como se puede comprobar por el inventario y resumen del Congreso Venezolano de Botánica celebrado en Mérida del 16 al 21 de mayo de 1993, con la representación de todos los estados de Venezuela, las distintas organizaciones científicas del sector privado y público en la materia agrícola. Se estudiaron las leguminosas tropicales, las producciones de semilla, los métodos y manejos de la agricultura en todo el país, la propagación de especies y su extinción, los cultivos, ecofisiología, fisiología, controles biológicos y otros.
Tenemos que reconocer que era totalmente adversa a nivel nacional la producción agropecuaria, existían dificultades para la asistencia técnica, sin apoyo oficial, ni oferta de expectativa para la afirmación de un proyecto único en Venezuela, que tampoco recibió ayuda de transnacional alguna.
En síntesis, las dificultades por las que pasó este proyecto fueron geográficas, políticas, sociales, de permisos, de ambiente, por incomprensión y carencia de recursos. Nadie pretendía producir alimentos en este sector arriesgando todo su capital, sus esfuerzos y su familia para producir alimentos en un desierto. Se hizo la aventura inverosímil. Se produjo el milagro por la fe y empeño del cristiano Alejo Hernández de realizar su proyecto; triunfo que se consolidó en las últimas dos décadas, pero le surgieron otros enemigos por invasiones e inseguridad, incluso la quema de camiones cargados de alimentos, dentro de la envidia que tienen todas las grandes obras. Si me preguntaran en cuatro palabras el comportamiento de los trabajadores de la empresa, diría: Verdad, sencillez, rapidez y claridad.
Desde el punto de vista económico en Venezuela durante estas dos décadas se presentaron crisis, bien a consecuencia de factores externos, como de políticas internas de controles de precio, inflación y otros. En este marco contrario a su idea, Alejo Hernández no se detuvo y encontró soluciones a cada uno delos problemas. Planteando en fórmulas innovadoras, que hoy en día pueden servir de referencia al dañado sector productivo de nuestro país y a las esperanzas del pueblo a fin de que el cambio sea para mejorar.
Claramente, con su acertada gerencia de la empresa El Tunal C.A., es un éxito, y testimonio histórico imborrable, que vale la pena multiplicar en el país como una forma de abrir el rumbo a la producción nacional de alimentos, desde su trabajo en equipo hasta su funcionamiento integral de la empresa El Tunal C.A.
Es admirable la metodología de conversión de una tierra semiárida a un terreno productivo, aumentando todos los años la superficie y producción, que incluya el almacenamiento y comercialización a nivel nacional, todo en un solo proyecto, cubriendo los extremos sanitarios, la calidad industrial de primera, entre muchos otros.
Alejo Hernández es un líder con porvenir para el país, sobreviviendo al frente de su empresa heroica, derrotando los factores adversos al bienestar de los venezolanos.
