Rafael Caldera Rodríguez es uno de los estadistas más importantes de Venezuela y Latinoamérica, como ideólogo fue el padre de la Democracia Cristiana en nuestro país y fundador del partido Copei, el cual tuvo una presencia protagónica en la mitad del siglo 20 y de cuyas decantaciones han surgido opciones partidistas de mucho peso en la actualidad, como es el caso de Primero Justicia, Voluntad Popular y Proyecto Venezuela.
A diferencia de los grandes líderes políticos venezolanos la trayectoria del doctor Rafael Caldera no contiene acuerdos con militares insurgentes, cárceles, exilios y en general, este juego de confrontaciones donde la heroicidad nace de la habilidad y el coraje personal para enfrentar los acosos y persecuciones del adversario, para luego obtener el poder mediante un esfuerzo apalancado en el brillo de la valentía como virtud cardinal. El bastión de Rafael Caldera fueron las ideas puestas al servicio de su profundo y auténtico amor por Venezuela. Con una inteligencia privilegiada afincada sobre una formación intelectual amplia e integradora de varias disciplinas, su aporte a la política venezolana solamente es equiparable a la aportada por Rómulo Betancourt y no es un desatino afirmar que ambos pueden compartir con dignidad la paternidad de los mejores años de nuestra historia republicana.
Su papel como estadista dentro del escenario público venezolano fue de primer orden porque consolida la Democracia, no solamente con la fundación de un gran partido que sirvió de contrapeso institucional a AD evitando así una hegemonía mono partidista, sino que vigoriza estos equilibrios con la instalación entre nosotros de las ideas socialcristianas, las cuales le permitieron a Europa forjar equilibrios conceptuales básicos y organizativos entre una socialdemocracia hija del marxismo y los nacionalismos aberrantes que permitieron el surgimiento de líderes como Hitler y Mussolini.
Cuando se reescriba la historia venezolana del siglo 2O, luego de concluir esta etapa de aprendizaje, se tendrá que valorar en su justa medida el crecimiento ideológico que tuvo nuestros país desde 1935 hasta los primeros años de la década de los noventa, cuando por urgencias económicas se tiro al cesto de la basura el consolidado de todo un proceso político, modernizador e inédito en latinoamérica, para regresar a los atavismos de un siglo 19 del cual no pudimos pasar la página definitivamente.
La responsabilidad del doctor Rafael Caldera como político dentro de esta regresión no puede ser nunca el haber indultado a los militares golpistas, con este acto no hace otra cosa que afirmarse en una conducta de pacificador democrático que mantuvo toda su vida. Su responsabilidad y no exclusiva es haber sido parte de una generación de políticos que le cerraron el paso a las nuevas generaciones y con ello cosificaron el manejo del Estado y al bloquear a la juventud bloquearon también las soluciones que ellos traían a nuestro drama.
Buen reto le toca al IFIDEC, heredero directo de los mejores aportes de Rafael caldera a Venezuela, sus ideas, darnos una visión panorámica e ilustrativa de los últimos 80 años de la Historia Venezolana. Eduardo Fernandez, Jesús Jiménez Peraza y Nancy Rodríguez tienen inteligencia de sobra para encarar con éxito este reto.