Rostros adustos la mayoría, llenos de grandes recuerdos en sus memorias, mezclados con las caras de los nuevos tiempos se tomaron de la mano y, entre todos, bien temprano, en el “Chemán” Ramírez donde se alistan las nuevas generaciones beisboleras de la entidad cumplieron con una jornada de evocación movidos por las aspas que hace veinticinco años -cumplidos el pasado viernes 29 de este mes- motorizaron el primer título de Cardenales de Lara en la pelota profesional de Venezuela.
A la cabeza del grupo, al igual que siempre, el incansable Domingo Carrasquel, piloto no solamente de la hazaña, sino guía y norte de muchos peloteros, como Robert Pérez y Luis Sojo, quienes siempre hablan de las bondades del padre y amigo que tuvieron en los diamantes y sus carreras.
Carrasquel, cansino por el despliegue del tiempo, pero virtuoso para rememorar lo vivido, estuvo allí, no podía fallar, como tampoco lo hizo aquella noche del martes 29 de 1991.
A su lado, dos excelentes apuntadores, Alfonso Saer, inquebrantable voz, prodigioso con su memoria capaz de matizar los buenos y agradables momentos como los vividos en la jornada del sábado sin que los oyentes se vayan a la distracción y, Humberto Oropeza, el infaltable testigo de siempre, vocero oficial en las buenas y las malas temporadas, curtido ahora de una notable experiencia que intenta trasvasar a las nuevas generaciones, entre ellos su hijo Carlos Miguel -su hijo- quien poco a poco moldea el Cardenales del futuro, sin que, como ahora se recuerde lo pasado.
