“Cuando salió ese rolling a segunda, tu, yo y todo el que estaba en el estadio fildeó esa bola”. Es la frase con la que recuerda Domingo Carrasquel el primer título de Cardenales de Lara en la pelota rentada nacional.
Aquel martes 29 de enero de 1991 quedó grabado en la memoria de todos los seguidores de la novena crepuscular. La larga espera había terminado. 25 años de sequía quedaron en el pasado cuando Luis Sojo tomó la bola y pasó a Asdrúbal Estrada para retirar en la inicial a Oscar Azócar y decretar el out 27.
Más drama imposible. El séptimo juego de la final mantuvo en tensión a todos los asistentes al parque Antonio Herrera Gutiérrez de Barquisimeto. Los televidentes y los radioescuchas no estuvieron exentos a los nervios desde el primer pitcheo de ese séptimo duelo.
Mike Timlin, cerrador de los pájaros rojos en la final, fue el encargado de poner el candado al compromiso, con el aliciente de que el mánager (Carrasquel) había tomado la decisión -con suficiente antelación- de usarlo desde el octavo episodio si llegaba con ventaja por la mínima diferencia.
Y así fue. El estratega llamó al serpentinero diestro para sacar los últimos seis outs del juego.
El nativo de Midland, Texas, respondió a la confianza del estratega y sacó el octavo con facilidad, mientras en el noveno tramo hizo lo propio, incluido un ponche de leyenda al temido slugger Antonio Armas, quien en el turno dio un largo foul que por instantes silenció al estadio barquisimetano, además del rodado de Azócar que decretó el final del juego.
El estadio estalló en júbilo. La marea roja se apoderó del terreno de juego. Jugadores, cuerpo técnico, directiva, personal de mantenimiento y fanáticos se confundieron en un solo abrazo.
Carrasquel, alzado en brazos, no podía contener la alegría. Sus amados Cardenales habían roto el maleficio y ya no eran como las hallacas (hasta diciembre).
La celebración invadió a toda la ciudad de los crepúsculos y se prolongó por varios días.
Los intentos fallidos habían quedado en el pasado y la venganza se consumó, pues en la campaña anterior la novena capitalina se había titulado frente a Cardenales en otra emotiva serie que se extendió por siete juegos.
De hecho, Lara había perdido las seis finales previas en las que tomó parte, cuatro de ellas frente a la novena melenuda, por lo que aquel triunfo de 1991 tuvo un sabor especial.
Fue el inicio de una década llena de éxitos para los crepusculares en el circuito rentado nacional.
En la temporada 1995-1996 se llegó a otra final frente a Navegantes del Magallanes aunque no se logró el objetivo, mientras en las zafras 97-98 y 98-99 se consiguieron dos títulos más, ambos frente a Leones del Caracas, con Omar Malavé como mánager.
El cuarto y último trofeo de campeón se logró en la zafra 2000-2001 frente a los turcos, cuando Nick Leyva se convirtió en el primer mánager foráneo en llevar a Cardenales al título.
Aunque en la actualidad el equipo atraviesa por una pésima racha, aquel 29 de enero está grabado con tinta indeleble en la memoria de los seguidores de la organización.