Ver a Molly Shannon muriendo 97 minutos no es placentero, especialmente en una película que no es realmente su historia.
Ese no es un «spoiler». La muerte de su personaje se da en la primera escena de Other People, la ópera prima de Chris Kelly, quien ha escrito para Saturday Night Live y Broad City. El filme, que sigue a una familia a lo largo del año en que su madre está muriendo de cáncer, se estrenó en el Festival de Cine de Sundance el jueves por la noche a sala llena en el Eccles Theatre.
La noche inaugural de un filme puede definir si una película es digna de Oscar (Whiplash) o digna de un Razzie a lo peor del cine (The Bronze). Other People no encaja en ninguno de estos extremos; languidece en ese turbio territorio en medio donde hay promesa, verdad emocional y destreza humorística, pero también un desarrollo de personajes tosco, clichés banales y poco entendimiento al final.
Esa primera escena marca el ritmo. Comienza con una familia de cuatro miembros (Jesse Plemons, Bradley Whitford, Maude Apatow y Madisen Beaty) llorando sobre el cadáver de su madre. Suena el teléfono y responde la contestadora.
La mujer, que llamaba a ofrecer sus condolencias, hace una pausa para ordenar comida.
El modo en que Kelly aprovecha el humor y la comedia en una situación tan triste es uno de los grandes atributos de la película. Los dramas, en especial aquellos sobre cáncer, a menudo caen en la melancolía.
Kelly, quien se inspiró en sus propias experiencias al escribir el guion, dijo que pasar de la risa a la tristeza era común en su vida y la de su familia.
«Recuerdo reír durísimo y luego ir a llenar documentos de los últimos días de vida», dijo Kelly tras la proyección.
Pero Other People tiene un problema protagónico. El filme se enfoca no en quien está muriendo, sino en el hijo mayor, David (Plemons), un tipo de 28 años tratando de abrirse camino como guionista de la TV que dejó Nueva York y a su novio de años para vivir con su familia en Sacramento, California.
Mientras Plemons es un actor agradable, ver el viaje emocional de una persona profundamente egoísta no es un ejercicio muy gratificante, en especial cuando los problemas subyacentes con su padre (Whitford) no son realmente explorados.
Hace que su arco narrativo se sienta incómodamente trivial en contexto.