En la medida en la cual las situaciones de crisis se profundizan, las expectativas de cambio crecen de manera directamente proporcional a la urgencia por las soluciones. Esta apreciación, forma parte de las diferentes reflexiones que se elaboran alrededor de la realidad y la vulnerabilidad que suele acompañar a los sectores de la población que son colocados en condiciones de precariedad, en sus diferentes niveles (alto, medio, bajo), traduce versiones distintas a la hora de enfocarlas por especialistas y analistas, ya sea en el campo de la economía, la sociología, la psicología social, la politología y los administradores. Para quienes, continúan buscando en el laboratorio social, bajo los cánones del cientificismo natural y la experimentación, causalidad lineal de por medio, puede equivaler a una suerte de ley, con todas las consecuencias negativas de un análisis superficial o simplista.
En ese marco de referencia, casos como el de nuestro país, sin que resulte excepcional como equívocamente se juzga, obliga a un esfuerzo por analizar y colocar esas expectativas en el terreno de lo concreto. Dentro de lo significa el sistema-mundo, como unidad, existe la diversidad. Coexisten, históricamente, en el desarrollo, tendencias generales, pero también prevalecen las especificidades.
En todos los ámbitos, se reconoce y se plantea – sin que haya que dejarse dominar por el cansancio – y reiterarlo vox populi, que las grandes y pequeñas crisis se han resuelto mediante el diálogo.
Lamentablemente, es innegable que en muchos casos también prevalece la denominada “estupidez institucional”, encarnada en quienes tienen la responsabilidad por conducir y liderar la gestión administrativa en la sociedad organizacional de hoy, con toda la variedad y tipología de estas. El enfoque de la sinergia, el principio de la complementariedad, la lógica difusa, la sustentabilidad, la otredad, y otros paradigmas, otras nuevas nociones y categorías analíticas, son concluyentes en cuanto a que no hay manera de superar las contradicciones, las confrontaciones, la polarización, las antinomias sino es por la vía de su reconocimiento, en primer lugar; y, luego, dialécticamente, si se quiere, en el esfuerzo de síntesis, para avanzar cualitativamente.
En esa línea de superación y exigencia, en el intento por debatir en la búsqueda de nuevas opciones o alternativas al modelo social, económico y político tradicional, realmente hay quienes creen que las alternativas se circunscriben a seleccionar entre Estado y Mercado o Capitalismo vs Socialismo. La discusión se viene dando desde la segunda mitad del siglo pasado, cuando ambos modelos comenzaron a dar señales de entrada en crisis, sobre todo desde la perspectiva planetaria, por el impacto negativo que han tenido en la vida de todas las especies que pueblan el globo terráqueo.
Como en la referencia literaria, aludimos ahora, en el tiempo de la inmediatez y lo prioritario, a la búsqueda del nuevo modelo productivo. Décadas antes que se consagrara en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, ya se había perfilado dicho modelo: El Desarrollo Humano Sustentable. Los constituyentes de ayer, gobernantes de hoy; diputados actuales vinculados a la gestión de gobiernos anteriores y los nuevos legisladores, en proceso de formación política, al igual que los defensores a ultranza de esquemas ya superados, harían bien en comenzar por conocer dichos postulados, para su difusión, para minimizar las expectativas por ofertas de cambio inmediato e integral, ante una crisis de carácter estructural. ¡La Patria os lo demanda!