FINAL en el mismo vecindario. Con sedes separadas apenas por unos cincuenta kilómetros, Magallanes y Aragua podrán dormir en sus casas. La llaman la serie de la autopista y no se daba desde el 2007. Entonces, en el quinto partido, los Tigres tuvieron una remontada sin precedentes ni posteriores. Anotaron siete carreras en su último chance y evitaron que la justa viajara a la capital carabobeña. Será el cuarto lance entre ambas divisas. Los felinos ganaron en la 74-75 (4-2) y en la 06-07 (4-1). Los Navegantes se impusieron en la 01-02 (4-1). Se trata de los dos mejores equipos en lo que va de siglo. Los Navegantes acuden a su cuarta final consecutiva, con sendos títulos (12-13, 13-14), mientras que los bengalíes tratarán de atrapar su séptimo gallardete de la nueva centuria, luego de darle un severo golpe al arquitecto de esa dinastía, Buddy Bailey, y a unos Tiburones que increíblemente se vuelven a quedar en la vía, continuando una sequía que pisó los treinta años… SE trata, pues, de dos escuadras que saben mucho de cómo acometer el camino del triunfo. Carlos García parece el nuevo Bailey, incluso con el mismo estilo agresivo para cambiar los lanzadores, uno de los secretos públicos que conducen al éxito en este complicado circuito. Desde que tuvo el interinato en sustitución de Luis Sojo, no sabe otra cosa que instalarse en la justa culminante como guía de la escuadra con más afición en el país.
MAGALLANES y Aragua guardan similitudes en sus gerencias. No les tiembla el pulso para hacer cambios -incluso controversiales-, tienen buenas canteras y trabajan para el futuro inmediato, el campeonato que se esté jugando. Los marinos se dan el gusto de nutrir a los rivales con parte de su talento -sobran los ejemplos- para obtener los instrumentos necesarios. Revisen la alineación de antenoche y no encontrarán ni un solo pelotero de crianza magallanera, hecho en casa. Los veteranos mandan, la experiencia es lo que cuenta en la tienda navegante… LOS rayados no fueron menos arriesgados. Entregaron buena parte de su camada, y de la generación gloriosa, de la cual no quedan ni rastros. Buscaron lo que creyeron necesario y en el mercado adquirieron a varios jugadores avezados como Eduardo Escobar, Alberto Callaspo, Hernán Pérez y Sandy León. O sea, objetivo inmediato. En el fondo las dos plantillas andan por la misma ruta. Trabajan mucho su pitcheo. Los valencianos utilizaron 18 lanzadores en la semifinal, mientras que los aragüeños montaron en el morrito uno menos. Ambos lideraron los departamentos de tiradores y ofensiva. Pero, claro, para operar tantos cambios y tentar a los rivales es menester tener granjas productivas. Eso se traduce en anzuelos efectivos… ESTAMOS hablando, además, de dos organizaciones que pueden derrochar dinero. Magallanes porque tiene una gran capacidad de financiamiento, como escuadrón generador de recursos en muchas áreas, y los maracayeros auspiciados por la Gobernación de El Aissami, lo cual no requiere de más explicaciones.
HUBO dos semifinales de siete juegos que estaban para cualquiera. A veces no puede decirse que ganan los mejores. Más bien los que supieron hacer las cosas requeridas. Magallanes rescató el boleto tras regresar a casa y vencer en par de ocasiones. Su rival, Caribes, clasificó de milagro, perdió en los tercios de final y ganó su derecho nuevamente en el comodín. Simplemente no le pudo batear en la chiquita al férreo pitcheo relevo de los navegantes, cuya ERA global en la instancia fue de 2.36. En el beisbol no se gana con merecimientos sino con brazos y toleteros. La Guaira era favorita por su carro de leña, reducido a un average de .265 en la semifinal, mientras que los Tigres conectaron para .305. Es fácil detectar donde estuvo la falla gigante de los escualos. Sus tiradores tuvieron una inefectividad de 5.02. Se prolonga la agonía de los litoralenses, armados hasta los dientes en su ofensiva, pero carentes de profundidad en el departamento vital. Tres décadas sin alzar el trofeo son la mayor carencia de victorias para cualquier elenco. Desde la 85-86, cuando vencieron al Caracas en siete cotejos, no se bañan con champaña -hoy sería con cerveza- en el hogar de los salados, esto último dicho con total firmeza… ARAGUA se afanó en conseguir a Eduardo Escobar, un pelotero fuera de serie en este circuito. Conectó para .464 y junto al mexicano Jorge Vásquez (.429) sonaron 25 hits en la semifinal. He allí una de las llaves que condujeron al trámite decisivo.
CUBANOS, dominicanos y mexicanos desfilaron como arroz por los desatendidos aeropuertos nacionales. Sin restricciones para traer peloteros del área caribeña, los clubes nacionales se dieron banquete. Desde la eliminatoria brillaron los Ravelo, Pérez, García, Pena, Candelario, Mustellier y pare de contar. Con el arribo de varios aztecas, algo que antes ocurría como una excepción en el país, tuvimos un torneo distinto. Por razones diversas -algunas de ellas bien entendidas por la situación que vivimos- los peloteros norteamericanos son una especie en extinción, a menos que provengan de ligas independientes o mediante un buen contacto con las pocas entidades de Grandes Ligas que dan permisos a sus piezas de las menores… ESTE beisbol cambió hasta en el formato y ese es otro tema de gran longitud. La postemporada ha sido exitosa porque resulta atractiva y, sobretodo, sin complicaciones. El sistema de seis clasificados -aunque para nuestro gusto sean muchos- y sus posteriores series de tercios y semifinales, ha encajado bien entre los aficionados, aún aturdidos por un sistema previo que debe ser incluido en el Álgebra de Baldor… LA serie de la autopista puede ser tan complicada como rodar actualmente por esa ARC. La presencia del club con más acólitos le da prestancia y jerarquía. En un beisbol tan cambiante en sus protagonistas nos hemos acostumbrado a no dar favoritos. Caribes cedió su trono con todos los honores, con fiereza y determinación. Dos criollos, Eduardo Pérez y Carlos García tienen la palabra desde esta noche en Valencia.