Cada 14 de enero es similar el andar pero infinita la devoción. Con la madrugada, miles de peregrinos acuden al Santuario de Santa Rosa para saludar con amor y respeto a la Virgen María en su advocación de Divina Pastora.
Con recogimiento la visitan, primero, en su templo de siempre, primera estación del periplo mariano. Las misas se suceden; también los actos de los penitentes, quienes saben que María, como madre buena, escucha las necesidades del creyente.
Este 14 de enero, la misa central inició más temprano de lo impuesto por la costumbre. Monseñor Antonio José López Castillo, arzobispo de Barquisimeto, hizo suyas las angustias de la población, compartidas por la Iglesia venezolana: habló del hambre del pueblo, de las colas y de la necesidad. No podía obviar en su homilía de la gran fiesta de María en procesión, la necesidad cercana de un pueblo que implora conocer el sentido de la palabra esperanza.
A las diez de la mañana, los cantos anunciaron el inicio del viaje espiritual. Los fieles la llevaron en hombros y festiva atravesó el arco triunfal que dejó atrás el pueblo de Santa Rosa y la llevó a navegar sobre el río de fe, desbordado en la avenida Lara. Ofrenda musical de la Orquesta Mavare y nuevas lecciones de amor y sabiduría del arzobispo de Barquisimeto.
Cerca de la una de la tarde el andar buscó la frontera de la Catedral de Barquisimeto. No cabía ni un creyente más. A lo largo de la ruta, las promesas se expresaban en el caminar o la oración, pero también en gestos como repartir agua, mandarinas o comida a los miles de peregrinos que reconocen en María la mejor razón para hacer camino de santidad. En el máximo templo de la capital larense, los fuegos artificiales celebraron el júbilo de la llegada. El obispo emérito de Barinas, monseñor Ramón Linares, tuvo a su cargo la homilía de bienvenida.
Hasta el sábado 19 de marzo la imagen mariana estará en la ciudad.
Después de 64 días de visita, volverá en ruta de misericordia a su Santuario pero no será una despedida: la madre de Dios siempre nos acompañará.
