El gobierno venezolano y la oposición abrieron la posibilidad de acercar posturas para afrontar la crisis. Pero el choque de dos modelos diametralmente opuestos desafía esos intentos, mientras la situación pone en aprietos a la población.
Al presentar su informe anual de gestión el viernes, el presidente Nicolás Maduro llamó al diálogo y pidió el apoyo de la mayoría opositora en el parlamento para aprobar un decreto de «emergencia económica» a fin de afrontar una crisis económica que calificó de «catastrófica».
El presidente del legislativo, Henry Ramos Allup, le aseguró que la bancada opositora está dispuesta al diálogo y que estudiará el decreto con atención, pero le recordó que la Asamblea Nacional es «un poder nacional autónomo que va a legislar, debatir y controlar».
Para el analista político de la Universidad Central de Venezuela, Héctor Briceño, este acercamiento inédito en 17 años de gobierno chavista «abre las puertas para que se restablezca una mínima institucionalidad democrática», al propiciar «cierta normalización de las relaciones basada en el reconocimiento entre las partes».
Dirigentes chavistas y opositores se mostraron convencidos de que el diálogo es necesario, aunque cautos frente a las condiciones en las que puede ocurrir.
El exministro de Interior Miguel Rodríguez Torres instó en su cuenta de Twitter a «eliminar los epítetos descalificativos en los discursos» como «primer paso» para que «los deseos de diálogo se materialicen».
Por su parte, el excandidato presidencial opositor y gobernador del estado Miranda, Henrique Capriles, señaló que «urge un diálogo nacional», pero aclaró que ello no implica «hacer lo que el gobierno quiere y menos con quienes llevaron al país a la ruina».
Mientras el gobierno y la oposición sincronizan agendas, el analista Nicmer Evans, de la corriente crítica del chavismo, advierte que es imprescindible «conectar a los políticos y la política con las demandas de la mayoría».
Socialistas versus neoliberales
En su discurso, Maduro aseguró que el país está en un «laberinto económico», en una «tormenta» en la que están «confrontados dos modelos», el «socialista» y el «neoliberal».
Insistió en que la crisis se debe a una «guerra económica» emprendida por el sector privado para profundizar el desabastecimiento y acusó a la oposición de querer aprobar una ley de privatización y anticipó que no lo permitirá.
En contraparte, Ramos aseguró que «las consecuencias económicas son cada día peores porque el modelo (socialista) está equivocado».
El jefe de la bancada opositora, Julio Borges, afirmó el viernes que si Maduro no «cambia de rumbo», será necesario «liderar al país para cambiar al Gobierno».
Por primera vez en más de un año, el Banco Central divulgó este viernes índices que confirman la gravedad de la crisis: una inflación de 108,7% y una contracción económica de 4,5% de enero a septiembre de 2015.