La familia, dijo Juan Pablo II, es la primera y más importante escuela de amor. Una escuela que constantemente necesita renovarse, revestirse de sentimientos de misericordia, de humildad y de paciencia, para estar en plena comunión de amor.
Esa comunión sólo la puede ofrecer el Espíritu Santo, y para nutrirse de él, las familias venezolanas acompañaron a la Madre de Dios en su recorrido desde su Santuario hacia la ciudad de Barquisimeto.
Un camino que sirvió para un encuentro íntimo, de limpieza espiritual y reposo. Así lo afirman los integrantes de la familia Rodríguez Moros, ellos son de San Cristóbal, estado Táchira. Llegaron en la víspera de la procesión de la Divina Pastora. Ayer realizaron el recorrido uniformados con franelas llamativas, al igual que la pancarta que pintaron con sus peticiones.
“¡Que todo cuanto hagamos en palabras y obras sea en nombre de Dios!” manifestó a modo de deseo, Rosny Farías, padre de las hermanas María Fernanda y María Alejandra. Son oriundos de Guasdualito, estado Apure y por cinco años consecutivos vienen a caminar la procesión en familia. Las niñas, quienes al nacer tuvieron complicaciones de salud, estaban vestidas de pastorcitas.
El papa Francisco también dio órdenes claras: las familias deben ser cenáculos de oración y pequeñas Iglesias domésticas. Estas familias siguieron la instrucción.
Protegen con amor
Este año la Divina Pastora tuvo tres anillos protectores. El primero de la Cofradía; el segundo a cargo de la Pastoral Familiar y Juvenil, y el tercero de los estudiantes de la Escuela de Policía Jacinto Lara, quienes pese a estar uniformados para reflejar carácter, no tenían armas.
Se eliminó la presencia militar, que en años anteriores sirvió para marcar distancia entre la venerada imagen y los fieles devotos, pero este año la Virgen fue entregada íntegramente al pueblo, a sus hijos.
Divina Pastora y Familia, una ruta de Misericordia se leía en las bufandas amarillas de quienes conformaron el cordón protector.
No es fácil, dijo Reina Lucena, integrante de la Pastoral Familiar, quien estaba al frente abriendo el paso para la Virgen. Controlar a una multitud que busca estar cerca de la Santísima requiere su esfuerzo y aunque el sudor corría por su rostro, su voluntad no se vio apaciguada.
Niños y ancianos también asumieron la responsabilidad de cuidar a la Divina Pastora.
Aquellos que tuvieron la dicha de cargarla sobre sus hombros expresaron que en la procesión no hay espacio para el cansancio o dolor, el peso de la imagen se convierte en viento cuando se hace con devoción.
Jesús, María y José dieron las más importantes lecciones del verdadero amor, y el proyecto de la Iglesia católica es asemejarse a ese fundamento. Wilfredo Rodríguez, fiel devoto de la Virgen, dijo que integrarse a una Pastoral Familiar fue la mejor decisión de vida: “La salvación del mundo es la familia, desde el hogar debemos promover los buenos valores en un mundo contaminado de violencia y división. En la Iglesia nos han enseñado que lo malo puede convertirse en bueno si hay voluntad”.
Y ayer el pueblo devoto demostró que voluntad hay de sobra.