Notable impacto ha tenido, en su tierra larense donde era querido y en amplios sectores venezolanos para los cuales era conocido y reconocido, la partida de Rafael Marcial Garmendia. Partida temprana porque hoy en día esa no es edad de irse, y porque todavía tenía mucho qué dar a la región y al país.
Cierto que la nuestra fue una amistad personal con raíces familiares muy profundas y de larga data, y si bien en ese pozo habría motivos abundantes para regar esta cuartilla que escribo con tristeza y esperanza, no es ahí que quiero perforar.
Mucho se ha hablado estos días, y con justicia, de las múltiples facetas que lo distinguieron. Ganadero de corazón y de raza. La ganadería fue su vocación y su herencia, como el coleo de toros íntimamente ligado a ella, por parte de su padre Don Marcial, quien era un señor en toda la línea. Por amor a su oficio fue gremialista, regional al comienzo, nacional en Fedenaga y, lógica culminación, al frente de Fedecámaras. Deportista por natural inclinación estimulada en nuestro “Colegio de La Salle tan querido”, llegó dirigir el Coleo, el Tenis de Mesa y el Beisbol Profesional venezolano. Productor y dirigente gremial, deportista y dirigente deportivo, su poblada hoja de servicios a la sociedad en esos campos bastaría para merecer nuestro tributo, pero a él no le bastó y dio más.
Rafael Marcial fue ciudadano. No se escondió detrás de esa frase, ora sincera ora calculada, “Yo no soy político”, tantas veces burladero de la indiferencia, el egoísmo, la viveza o el miedo. Se atrevió. Su transición fue Proinlara, iniciativa afectiva y efectiva para atraer inversiones hacia nuestro estado. Pero su amor le pedía más y se presentó como candidato a la Gobernación, recorrió los caminos de Lara exponiendo sus razones y escuchando a nuestros paisanos. Sembrando una semilla que no era la de un personalismo más, sino una idea de Lara, de su desarrollo necesario, de su futuro posible. No se dio, lástima, pero no se rindió. Siguió luchando generosamente.
Al proyecto en el poder le vio la cara temprano, reconoció sus rasgos amenazantes y militó en la Unidad como el camino sensato para enfrentarlo cívicamente, trascender al mero rechazo y construir una alternativa de esperanza creadora. Fue militante fiel. En 2010 encabezó Ciudadanos por la Unidad, en 2012 la Junta Regional de Primarias, y en 2015 La Fuerza es la Unión. Se fajó como los buenos. Independiente, salido de verdad de la sociedad civil, valoró la política en su honorabilidad básica, esa que no logran contaminar vengadores, aprovechadores ni salvadores. Juntos anduvimos todo Lara, en apoyo a los candidatos unitarios, con un claro sentido de la prioridad: primero la Unidad, porque es la ruta al cambio.
En su manera de querer a Lara y en su modo larense de querer a Venezuela, en su voluntad de servir, gente como Rafael Marcial siempre hace falta. Lo que hizo, se le agradece. Lo por hacer, se le ofrece. Un homenaje a su memoria es seguir trabajando porque este pueblo se encuentre con el destino que merece.