¿CAMBIARÁN el formato? Buena pregunta esa. Sabemos que en la calle nadie lo quiere, pero hay equipos en la LVBP que están de acuerdo en el actual sistema. Los aficionados rechazaron por entero la nueva implementación, pero son los clubes, por mayoría simple, los que decidirán su continuación o desactivación. Nadie habría atinado a imaginarse semejante desaliño en el seguidor común, enredado hasta el último día con la fulana clasificación por puntos… BUENO, las Grandes Ligas funcionan desde mediados de 1870 y a los reyes del béisbol, los estadounidenses, nunca les ha pasado por sus cabezas generar una clasificación por puntaje con sus respectivas vueltas. Apenas han inventado con las divisiones y los comodines, creados para evitar el bostezo provocado por el dominio acentuado de alguna escuadra. Eso de que un elenco -vaya un ejemplo- le saque a otro seis juegos de ventaja pero solo medio punto en la tabla es un absurdo gigante, desproporcionado, extremadamente injusto… O que un equipo juegue la segunda mitad con el boleto a postemporada en su mano, generando un innegable desinterés entre sus peloteros y sus seguidores. ¿Será casualidad que Tiburones y Tigres hayan tenido registro negativo en la segunda ronda? Uno tenía matemáticamente asegurado su paso a enero y el otro solo requería de un empate para avanzar a los tercios de final. Es muy humano eso de jugar sin presión, a sabiendas de que la siguiente instancia es un hecho, por más que los mánager y los directivos traten de mantener el incentivo en el terreno.
LA LVBP se salvó de un desaguisado horrible en la fecha final de la eliminatoria. Si Caracas le hubiese ganado el penúltimo día de la regular a Caribes, los pájaros rojos se habrían visto “obligados” a perder frente a los Leones para que ambos clasificaran. Eso habría atentado contra la esencia del juego, contra el espíritu primario de cualquier deporte. Ir al estadio a ver cómo se las arreglaba una novena para que la otra le ganara. Y esta garante de lo que pasaría. Allá los mexicanos si a ellos les ha ocurrido y les sigue ocurriendo una situación parecida o similar. A nosotros se nos antoja insensato, sabedores de la pureza que hay en nuestra pelota, el respeto que existe en el terreno, la certeza en que se juega con limpieza, ardor e interés por la victoria… INCLUSO, para evitar el feo espectáculo estaba planteada la posibilidad de perder por inasistencia. Que Cardenales no viajara al Universitario. Un forfait premeditado. Se arribaba a la conclusión de que era más adecuado, menos atentatorio contra la salud del juego y del torneo. Semejante situación no llegó, por fortuna, y la LVBP respiró aliviada. Se quitó de encima una tormenta de críticas, un momento de real escozor. Al mismo tiempo, en la liga mexicana, un equipo necesitaba perder dos juegos para clasificar a la siguiente fase. El mundo, pues, está al revés. Este circuito tiene el respeto de todos porque es prístino, libre de cualquier sospecha, afamado en el Caribe y en la MLB. Hay que mantener ese status.
EL formato mexicano fue un error y sus promotores principales lo asumen así. A Lara le pareció una buena idea y hoy, con entereza, acepta que no resultó, aparte de que fue “cuchillo para su propio pescuezo”. Como en aquella 94-95, Cardenales ganó 33 y quedó fuera. Entonces había dos divisiones con cuatro clasificados y surgió el comodín para aumentar a cinco los participantes en postemporada. En la liga -incluso a nivel directriz- el sistema actual tiene sus defensores a ultranza, probablemente aquellos que han resultado beneficiados. Algunos hablan de hacerle modificaciones, retocarlo, evitar la clasificación automática en la primera rueda, cambiar el puntaje… EMPERO, hay que escuchar la voz de la calle. Al soberano, como diría cualquier político de oficio. Los seis clasificados van a continuar porque ese aspecto toca lo económico, algo sagrado para los contendientes. Insistimos, el béisbol es de ganados y perdidos. Siempre ha sido así. Lo impopular debe eliminarse. Si los lectores hubiesen visto como estaban enredados los mejores analistas del béisbol en las postrimerías de la segunda vuelta, se habrían reído a carcajadas. La gente iba a al estadio a ver ganar a su club -como debe ser- pero sin percatarse de cuanto y qué faltaba para clasificar. Los “formatólogos” echaban lápiz en busca de opciones y posibilidades. Unos estaban arriba, pero en realidad estaban abajo. Y otros que andaban en la zaga sabían que andaban por el comando. Válgame Dios.
EL sistema de postemporada nos agrada. Posiblemente es la mejor salida para definir a un lote de seis. El round robin fue interesante y su desplazamiento obedece a razones económicas. Las series directas generan interés y también menos gastos. Muchos opinan que media docena de conjuntos en postemporada es demasiado, pero recordemos que, encima de todo, estamos en un negocio por fortuna rentable y estable… MIENTRAS, Cardenales reordenará sus líneas. Imaginamos que extenderá el contrato de Luis Dorante y eso luce justo y conveniente. Sus 33 ganancias son aval indiscutible, aparte del buen manejo del club, bajo el entendido de que devolvió a la cueva la armonía que se había perdido con el helado Félix Fermín. Le imprimió alegría al grupo y colocó un sello personal. Creemos que le faltó algo de suerte, un toque de serenidad al final y un par de buenos brazos. Hay un bache del cual urge salir. Quizás sea el momento para hacer un trabajo de fondo con las nuevas generaciones, un balance de lo que debe quedarse y lo que debe desecharse. Recientemente exitoso en el mercado, el bando larense debe botar el miedo a la hora de entregar la batuta a la hornada que toca corneta. Vargas, Querecuto y Morales son la muestra inequívoca de que andan por buen camino. En tiempos de importados discretos, impera la necesidad por más criollos de categoría… ASÍ votamos: Rangel Ravelo (MVP), Raúl Rivero (Pitcher del Año), Henry Blanco (Mánager), José Osuna (Novato), delante de Juniel Querecuto, y José Castillo (Regreso).