Personas en muletas, en silla de rueda, con yeso, embarazadas, adultos mayores, y familias completas fueron llegando poco a poco para estar presente en la Misa de Sanación oficiada ayer a las 6:00 de la tarde en el santuario de Santa Rosa.
Al inicio de la eucaristía era imposible acceder a la iglesia, las personas se concentraban a las afueras tratando de escuchar el mensaje que daba el párroco de Santa Rosa, el padre Rafael Chávez. Otros se conformaban con sentarse en la plaza y esperar el momento más esperado del día: la bajada de la imagen de la Divina Pastora de su nicho, que desde hace tres años es motivo de celebración para sus devotos porque pueden presenciar ese momento mágico y posteriormente contemplar desde cerca a la Virgen.
A pesar de la gran cantidad de personas concentradas, se podía sentir un ambiente de paz y armonía mientras el sacerdote pedía a Dios darle fuerzas para seguir el camino a todos quienes sufren una enfermedad o un problema que impide conservar la espiritualidad. Orientaba a los creyentes a dejar las dificultades en manos de Dios, quien sabrá que hacer y cómo actuar por el bienestar.
Entre oraciones y cantos afirmaba que la maldad existente en el mundo en ocasiones embota la mente de la sociedad y es por ello que es necesario estar a solas con Dios para lograr la estabilidad emocional y saber con certeza el camino a seguir.
A propósito de que este es el Año de la Misericordia convocado por el papa Francisco, iniciado el 8 de diciembre hasta el 20 de noviembre de 2016, el padre Chávez aclaró que ese camino que está invitando a recorrer la iglesia no se trata sólo de acciones buenas, sino que realmente se hagan desde el corazón, que sean sinceros, de que exista arrepentimiento de los pecados, de las malas acciones que perjudican a otros, de lo contrario, afirmó, no se estaría cumpliendo la verdadera Ruta de la Misericordia.
El fuerte calor que se sentía dentro de la iglesia, e incluso generó desmayo en algunas personas, no era impedimento para quienes querían escuchar la palabra de Dios y ver a la Virgen. Muchos decidieron cerrar los ojos para interpretar cada palabra que era expresada por el sacerdote, quien pidió mantener la fe en todo momento y es lo que ha llevado a la gran división que existe en Venezuela porque sus habitantes no se ven como hermanos.
Muchos de los que no pudieron entrar se sentaron en la plaza o las aceras en los alrededores de la iglesia haciendo sus oraciones y agradeciendo poder estar allí una vez más, como Rosario Montilla, quien prefirió esperar al frente de una de las entradas laterales y rezar un rosario. Le agradece por haberla curado de cáncer de mama.
Durante toda la eucaristía una cortina fue subiendo para tapar donde se encontraba la imagen de la Pastora y a las 8:30, ya finalizando la misa, fueron apagadas las luces y sólo una quedó encendida iluminando a la Virgen que ya estaba sobre los hombros de sus cargadores, que iniciaron el recorrido por el pasillo central, el cual estaba resguardado por una cadena hecha por los celadores para garantizar la movilidad de la Virgen.
Vestía un nuevo traje de color dorado y blanco que le permitía resplandecer entre la multitud.
Los devotos en medio de su emoción no podían evitar llorar, reírse y admirar con alegría la imagen que poco a poco se fue acercando hasta su trono en el centro de la iglesia, donde permanecerá hasta el 14 de enero, día que iniciará su visita 160 a Barquisimeto.
“Esto es una experiencia maravillosa, ver cómo la bajan y es llevada hasta la estructura”, manifestó Carmen Zerpa, con sus manos puestas en el pecho.
“Es la primera vez que vengo y valió la pena, todo es demasiado bello y ella con ese traje se ven muy radiante”, fue la opinión de Zoraida Hernández a la salida de la iglesia.
“Tengo muchos años viniendo a la misa de sanación, pero ver como la bajan es único”, expresó Jorge García, quien se llevó un banquito para escuchar la misa.