A Eduardo Luis Antonio Tovar Daza, lo asesinaron dos días después de la celebración de su cumpleaños número 26.
Al joven le gustaba la bebida, en cada oportunidad que tenía salía con sus amigos a tomarse unas cervezas en un sector conocido como El Toro, en El Eneal, municipio Crespo.
Él y sus amigos convirtieron un desolado terreno en su refugio para compartir los tragos, diariamente se encontraban en ese lugar y por las noches regresaban a sus casas.
Pero la noche del lunes 28 de diciembre, Tovar Daza a quien sus conocidos le decían Pelón o Huelepega, no regresó a dormir.
Su progenitora y hermanos se preocuparon. “Él salía en su bicicleta y daba vueltas por todo el pueblo, pero siempre regresaba” afirmó Aleidimar Tovar, una de sus nueve hermanos.
Los familiares estaban seguros que algo malo le había pasado, lo llamaron a su celular y repicaba pero nadie contestaba. Sintieron temor de salir a buscarlo porque ya era medianoche y la zona es muy oscura; no hicieron más que esperar el amanecer.
A las 6:30 una hermana de Huelepega salió a caminar a fin de dar con su paradero. El primer lugar donde acudió fue a ese sitio donde solía beber con sus amigos, se espantó cuando encontró la bicicleta de Tovar tirada en la calle de tierra, pero no veía a su hermano.
En ese lugar hay un tanque de superficie de almacenamiento de agua con sus respectivas escaleras, por donde subió la hermana del joven para tener una mejor vista del sitio y lloró cuando en la parte superior del tanque encontró el cuerpo sin vida de su hermano.
Huelepega había sido asesinado de múltiples descargas de escopeta.
Se desconoce la manera en que ocurrió el crimen. Familiares intentaron hablar con los pocos habitantes del sector pero dijeron que no escucharon ni vieron nada.
Aleidimar Tovar dijo que todos los amigos de su hermano se desaparecieron cuando se enteraron de la noticia, ella pudo conversar con uno a quien llaman Chopo.
Este hombre estuvo con él la tarde del domingo, contó que a eso de las 7:00 de la noche él se fue a dormir y dejó a Huelepega en el “refugio” tomándose unas cervezas y enviando mensajes de texto. Luego de conversar con la hermana de la víctima, Chopo dijo que tenía que irse y no regresó al sitio del suceso.
Los hermanos del occiso dijeron que él nunca estuvo involucrados en problemas con la justicia, tampoco le conocieron enemigos por eso no encuentran una explicación razonable para que lo hayan asesinado, y además, los homicidas tampoco robaron las pertenencias de la víctima.
Trabajaba como soldador pero también ayudaba a los vecinos con lo que necesitaran para ganar dinero extra.