Usando como punta de lanza el ímpetu y la esperanza de cambio de la Unidad, Venezuela ganó. De ella es la victoria.
Hubo varios perdedores, inclusive opositores que no supieron o no quisieron interpretar el sentir del pueblo y se la jugaron –valga la expresión- fundando tienda aparte. Pero el gran perdedor, indudablemente, fue Nicolás; el pretendido zar del chavismo.
Los abogados solemos decir que nadie puede alegar su propia torpeza y personalmente lo siento por usted señor Maduro, pero fue usted quien se empeñó torpemente en hacer de esta contienda electoral un plebiscito, situación política que no estaba planteada, siendo que el anhelo del pueblo, del electorado, era restablecer el juego democrático y el equilibrio de poderes, en aras de una verdadera democracia, con miras a enrumbar el país hacia mejores derroteros.
En bandeja de plata, pese a su discutible legalidad, el difunto testó a su favor, disponiendo en forma ilegal e irregular de algo que no era suyo, de un bien que es y será únicamente de todos los venezolanos: Venezuela. Permítame decirle, señor Maduro, que ese legado ha sido funesto. Su gestión está arrastrando a este país, nuestro país, hacia una debacle económica de aciagos pronósticos, signada por la descomposición social y moral, y la ruina y la pobreza económica extrema.
Ya la voluntad del pueblo se ha manifestado ostensiblemente en contra de la gestión política y económica que usted preside; por ello, dos opciones políticamente consideradas, son valederas prioritariamente en los actuales momentos, en beneficio del futuro de la república. Su renuncia, con lo cual le haría Ud. un gran favor al país y permitiría orientar éste hacia una ruta de progreso en breve tiempo y de manera pacífica; o, la convocatoria al referendo popular revocatorio de su gestión (Art. 72 C.N). Vae Victis. Yo opino: Es el momento.
[email protected]