Lágrimas de un adiós y derrame de alegría en un triunfo bien labrado. Cinco al hilo revelan como juega Cardenales en la parte final de la eliminatoria, intensamente, a todo vapor.
Pitcheo inmenso del caballo Raúl Rivero y un relevo que pocas libertades dio, tal como ha ocurrido en recientes choques. La sinker del cumanés estuvo imponente, inclemente. Le conectaron trece rodados y ponchó a cinco en un homenaje emotivo para su compañero César Izturis. Sólo dos hits recibió en su tarea cumbre este tirador que parece del tamaño del compromiso que afronta. Un juegazo con duelo de lanzadoes en cinco tramos y en la otra trinchera Jhoulys Chacín tolerando sólo un imparable, doble de Rivero en el cuarto.
Sin lugar a dudas la chispa de Lara está en la humanidad de Ildemaro Vargas. Su sencillo del sexto empujó la de abrir las acciones, en otro gran turno que desató la alegría en el estadio local. Juniel Querecuto sustituyó en inolvidable momento a César Izturis bajo sonoros aplausos de una concurrencia mayor a 16 mil personas y que no dejó espacio alguno en el Antonio Herrera. El joven campocorto despachó doblete al center-right y esa rayita le dio más respiro a los pájaros rojos, antes de la tercera y definitiva en el séptimo, remolcada por Jairo Pérez cuando los rivales esperaban un toque de bola con dos outs.
El bando rojo destaca ahora por un bullpen sólido, profundo, rematado por un amargo Peter Tago, insufrible con la agresividad de su recta y una curva anestesiante. En la recta final de la eliminatoria Cardenales pareciera tener el acoplamiento y la redondez que ha buscado a lo largo de todo el camino. Ayer se volvieron a ejecutar los fundamentos del toque, el corrido de bases y una defensa acertada. Hoy viene La Guaira y la recibirá Osmer Morales, en una tarea suprema para su poca experiencia como abridor en esta liga. Irá en procura de otro lauro que mate pasiones y abra más el rumbo de la clasificación.